Me ha gustado mucho la entrada de Santi Benítez acerca de la tauromaquia. No hay porque prohibir la fiesta, sino acabar con la tortura, la agresión y el asesinato del animal -aunque tengo cogido con pinzas todo esto, pero creo que tiene mucha razón-.
De esta manera volvería a tener el nombre de fiesta, en vez del nombre de vil tortura que es como debería catalogarsela ahora mismo.