Revista Música
Este viernes tuvo lugar uno de los eventos Trance más importante del calendario otoñal, la Armada Night. Con motivo del Amsterdam Dance Event, el Passenger Terminal de la ciudad (donde salen los cruceros) se vistió con sus mejores luces para acoger un evento que sorprendió gratamente a los aficionados más exigentes del género.Desde el primero hasta el último de los que desfilaron por allí asombraron a los presentes con sonidos Trance de los más variado, pero siempre ceñidos al género hasta el jueves número uno. Sinceramente, no puedo negar que estoy convencido de que esa consigna fue lanzada por el número dos del mundo, Armin van Buuren, tras los lamentables resultados obtenidos por el Trance en la noche anterior (y de la que mañana tendréis otra completísima crónica). Sesión en la que Armin repitió sus sonidos más jaus, la que nos viene presentando desde hace unos meses y que puede que le hayan hecho abandonar ese número uno.
El primero en tomar escena fue el americano BT, al cual no pudimos disfrutar dadas las eternas colas que había que hacer, primero para entrar, luego para el ropero (el cual estrictamente obligatorio y costaba 11€) y luego para entrar al baño (50 céntimos el meo o "bono" de 2€ toda la noche).Entre pitos y flautas llegamos con Orjan Nilsen recién salido a escena. Con el llegó el Trance más innovador, cargado del eclecticismo musical del que hace gala el noruego. Desde luego, no faltaron buena parte de los grandes himnos de su último (y primer) disco, 'In my opinion'. 'Between the rays', 'Anuwhere but here', 'The Mule' o un potentísimo en pista 'Le Tour de Trance'. Gran sesión (lástima que la onda del noruego y la de servidor no vayan por la misma línea) que culminó con un cierre con varios loops de su temazo 'Go fast!'. Hasta el punto de que Roger Shah le recriminó un par de veces su compartamiento señalando su ostentoso reloj. Orjan se excusaba señalando al público, que desde luego se entregó con las melodías del de Kirkenes.
Acto seguido entró en escena el germano-baleárico Roger Shah, firmemente decidido a sembrar Trance del que nos tiene acostumbrados. Melodías eternas, subidones infinitos y breaks ultra épicos. Una sesión en la que, dentro del tranquileo y buen rollo que transmite el alemán, el público no dejaba de elevar las manos en busca de esa conexión que tan a huevo estaba poniendo Shah. Tras él, el cambio...
Porque aquí llegaba el amo y señor de la fiesta, con un mensaje claro y rotundo en forma de vídeo...
Tras insertar publicidad del ASOT 550, llegó el mensaje (también con tintes publicitarios) en el que hablaba de un nuevo capítulo... muchos de los allí presentes lo interpretamos como toda una declaración de intenciones: retorno al Trance que le catapultó al número uno durante cuatro años seguidos y con el que ha hecho tan feliz a tanta gente durante tantos años.Y musicalmente el vídeo tuvo su refrendo. Pudimos ver a Armin dos veces en 24 horas y sus sesiones fueron claramente antitéticas. La del jueves en los Dj Awards, cargada de jaus, muy similar a la que se marcó en Madrid hace apenas unas semanas. La del Armada Night, puro Trance. Además del retorno a su ser habitual. Saltos, vueltas sobre sí mismo por doquier, pidiendo el aliento del publico cada minuto... lejos de esos últimos postureos y bailecitos, y más sentimiento, algo que se le echaba en falta al de Leiden.Por problemas con la organización (que ya os comentaremos detenidamente en otro post porque la película lo requiere) no presenciamos su final, pero parece muy abonado al 'This light between us'. Y es que parece que Armin quiere hacer de este tema su 'In the dark'.
Tras el rey sin corona llegaron los hombres con, probablemente, más energía de la escena Trance internacional. Willem & Ward, más conocidos como W&W, saltaron a escena para brindar hora y media de puro espectáculo. Por los mismo problemas con la organización no pudimos presenciar su apertura, pero el resto de su sesión fue de altísimos vuelos. Sinceramente, no creo que nadie ahora mismo en la escena Trance internacional tenga tanta calidad y precisión para hacer una sesión tan poderosa como la de los holandeses.Evidentemente, no faltaron los temazos de su último disco 'Impact'. Con la sala menos llena que con Armin, hubo tiempo para hablar con un par de nativos (el número de extranjeros viendo el evento era francamente ínfimo). Y todos ellos nos contaban que estaban aquí por la "uvesdobles".
Tras su apoteósico cierre la sala perdió en volumen considerablemente, pero nunca en sonidos Trance. El macarrónico Sied van Riel fue el encargado de echar el cierre a la mágica noche. Con él llegaron los bombos, los graves y los altos bpms. Una hora de sesión en la que el holandés sacó buena parte de su mejor repertorio y permitió a los allí presentes gozar de un final para el baile tranquilo y a ritmo.
La gente que presenció su apertura le fue fiel hasta el último segundo. Por ello, ante la demanda de bises, Sied no dudó en responder... pero le fue imposible. Cuando se disponía a colocar otro cd vió como el equipo ya no funcionaba. Intercambió unas palabras con alguien del staff y le dijeron que pa'casa. Con todo su descaro, se dirigió al público y grito un par de veces "switch off" (desconectado), tras lo cual se encendió un cigarro en la cabina ante la algarabía del público: unos por desaprobación, otros por aprobación y otros, simplemente, por gran provocador.
Un par de líneas aparte merece el área 2, donde pincharon nuevos referentes del progressive house más bailón como Matisse & Sadko, Dabruck & Klein o Mischa Daniels. Una sala extremadamente pequeña, con un ambiente óptimo para el frote y la cópula en el sillón del final de la sala.
Una noche de especial calidad para el publico Trance en un escenario interesante pero plagado de personajes bastante ajenos a la escena Trance. Ya que el Passenger Terminal suele ser un lugar donde habitualmente se organizan fiestas, llamemóslo pijas. Y así era la mayoría de las más de 3.000 personas allí presentes. Un 30-40% de aficionados Trance, que hacían piña en torno a la cabina, y donde los usos y costumbres tranceros perduraban. Fuera de ese grupúsculo, solo había una panda de pijos que miraban con malas caras cualquier acto no relacionado con el buen gusto de la clase media-alta holandesa. Aún así, nimiedades que no ensombrecen una noche en la que el Trance fue el amo y señor de la fiesta... y en la que tal vez se anunció el regreso a un pasado reciente mucho más glorioso para el género... que así sea.