OBRAS
ADECUACIÓN PAISAJÍSTICA E INTERVENCIÓN EN LA ALMADRABA DE NUEVA UMBRÍA · 6/6/2023
Ubicado en el paraje natural de la Flecha de Nueva Umbría, el Real de la Almadraba fue edificado en 1929 tras cuatro siglos de este arte de pesca del atún en el litoral onubense. El conjunto se compone de tres ámbitos bien diferenciados: un área formada por una serie de galpones emplazados a modo de campamento donde habitaban los trabajadores de la Almadraba, la Casa del Capitán y el grupo de piezas industriales que permitían el mantenimiento de los pertrechos de pesca, compuesto por el embarcadero, la caseta de gasoil, la caldera de fundición del alquitrán y su chimenea, y el alquitranadero. Finalmente el Real de la Almadraba se abandonó en los años setenta y fue declarado BIC en 2015.
Fotografía: Fernando Alda
La intervención actúa sobre las piezas industriales y se completa con un nuevo sendero peatonal que une la desembocadura del río Piedras y el océano Atlántico. La rehabilitación se divide en dos ámbitos, el embarcadero y la caseta de gasoil, de los cuales apenas restaba su traza, y la caldera, la chimenea y el alquitranadero, en mejor estado de conservación aunque necesitados de una fuerte intervención. El embarcadero era una pieza inundable construida con piedras del lugar a modo de dique. Las dificilísimas condiciones de ejecución, a expensas de las mareas y de las complejas condiciones de abastecimiento, han conllevado que reconstruyamos el embarcadero con una técnica cercana a la manera romana: a partir de la traza del antiguo embarcadero, utilizando sus restos como cimentación, se ha construido un muro perimetral de hormigón ciclópeo con piedra grauwaca del lugar mediante tongadas que aprovechaban la bajamar para su puesta en obra. Esos muros, armados con fibra de vidrio en vez de acero para evitar la corrosión, quedan arriostrados por una solera inferior y otra superior. Esta forma de construcción donde el hormigón es vertido por tongadas y picado posteriormente, conforma un volumen estratificado, casi geológico, más cercano al origen de este tipo de embarcaderos y acorde al conjunto protegido y al borde fluvial. Finalmente, la solera superior que conforma el pavimento del embarcadero, se acanala mediante un molde ejecutado in situ que genera un dibujo en espiga, motivo que se repite en el Real de la Almadraba en los pavimentos que estaban dedicados al escurrido del alquitrán fundido para su recuperación.
Fotografía: Fernando Alda
Por otra parte, la rehabilitación de la caldera, la chimenea, el alquitranadero y el escurridero, ha partido de criterios filológicos, gracias a que su estado de conservación permitía deducir las técnicas constructivas y los acabados que habían presentado en el pasado. A la pieza de la caldera se accede desde el pavimento acanalado del embarcadero que culmina en ella, desde este punto es posible comprender todo el proceso de protección de los pertrechos de pesca. A la caldera, compuesta de dos hornos y la chimenea, se sube a través de una escalera cuyo ámbito central presenta un almohadillado que permitía el ascenso de los barriles de alquitrán, el cual se fundía y pasaba al alquitranadero donde las artes de pesca se colgaban de un tendedero situado entre dos pilastras que descendía hacia los dos pozos de alquitrán fundido con una polea y quedaban protegidas por la brea. Por último, las redes pasaban a la nave escurridero, donde se dejaban secar y se recuperaba el alquitrán fundido sobrante a través del suelo acanalado, remedado ahora en el embarcadero. La rehabilitación se ha llevado a cabo con piezas cerámicas de acarreo encontradas en el lugar y con morteros de cal y pintura al silicato que favorecen la transpiración de las fábricas y dota al conjunto de una apariencia que remite a su estado original, donde los volúmenes blancos, cuya geometría depurada devenía de su uso estrictamente funcional, destacaban en el paisaje.
Fotografía: Fernando Alda
La tercera intervención en el ámbito del Real de la Almadraba permite habilitar un camino accesible entre las dos márgenes de la Flecha. El alto valor paisajístico de este paraje natural protegido sugiere llevar a cabo una instalación reversible mediante un camino peatonal de madera que va introduciéndose en la espesura arbustiva de retama y chumbera. La geometría de esta pasarela resulta de salvar los dos potentes cordones dunares que anteceden al océano Atlántico, evitando así fuertes movimientos de tierra que alteraran el paisaje existente y pendientes excesivas que impidieran el acceso de personas con movilidad reducida. El diseño de la pasarela parte de los sistemas industriales habituales, aunque se han modificado las escuadrías para que los elementos de protección de la barandilla sean también de sujeción, resultando un elemento más abstracto que surca el paisaje sin denotar su escala y dificulta que los viandantes puedan acceder al paraje natural fuera del ámbito de la pasarela, protegiendo así la flora de junquillo, cardo, azucena y oruga de mar y los anidamientos de aguiluchos, cigüeñas y garcillas.
Fotografía: Fernando Alda
El proyecto sobre este conjunto paisajístico y arquitectónico protegido ha tratado de recuperar el sentido industrial del proceso almadrabero, revelando así la herencia patrimonial y etnológica de un arte de pesca milenario que convivía en sintonía con el paisaje del litoral onubense.