Revista América Latina
Marcos Salgado|
El asesinato de un dirigente opositor, que no estaría vinculado a lo político, marca el tramo final de una campaña en la que la oposición se mantuvo callada y el oficialismo pidió no poner en riesgo lo logrado.
El asesinato del miércoles de Luis Manuel Díaz en Altagracia de Orituco, en el estado Guárico (centro del país) partió en dos la campaña electoral en Venezuela. El hombre estaba en un acto de oposición que ya había terminado cuando le dispararon varias veces. Resultó muerto, pero el escándalo acaba de nacer.
Aunque las primeras crónicas aseguraban que el hombre cayó a 20 metros del escenario del acto, la esposa del opositor preso Leopoldo López habló en la mañana del jueves y contó otra historia. Dio a entender que el hombre, al que calificó de “hermano de Acción Democrática” (uno de los históricos partidos del bipartidismo en Venezuela, que subsiste hoy en una versión más que disminuida) murió a su lado: “Me manché con su sangre”, dijo en una pequeña sala de un hotel de Caracas, atiborrada de periodistas. Y aseguró que los sicarios de Díaz buscaban matarla a ella.
Después, Lilian Tintori (una animadora de televisión devenida referente política tras el encarcelamiento de su marido, condenado en setiembre a 13 años de prisión por instigar a actos violentos tras una marcha opositora) responsabilizó al presidente Nicolás Maduro por el asesinato y otros hechos de violencia que –remarcó– sufrieron durante su recorrida por el país en los últimos días. Su verba inflamada, que ha venido mejorando acorde a su creciente exposición pública, pareció hacer agua en algunos pasajes del relato del crimen de Díaz. Aseguró, por ejemplo, que no hay videos ni fotos del momento del asesinato (aunque ocurrió en las postrimerías de un acto público), porque “los periodistas ya se habían retirado”. Lo extraño es que, con la profusa difusión (especialmente en Venezuela) de celulares con cámaras no haya visto la luz video amateur alguno, ni siquiera de los momentos posteriores al hecho.
Antes de las declaraciones de Tintori, algunos medios conocidamente opositores habían asegurado que el asesinato de Díaz se debió a un ajuste de cuentas con mafias vinculadas a la industria de la construcción y remarcaron que su familia aseguraba que estaba “amenazado”.
Ajuste de cuentas
No tardó en reaccionar el chavismo, que aventajó a la versión de Tintori con algunos datos contrastables. Mostró la foto y copia de la cédula de identidad de Díaz y aseguró que tenía una causa abierta por homicidio. “Luis Manuel Díaz era ampliamente conocido por el prontuario delictual del que fungía en el estado Guárico. Era el último integrante de una banda criminal dedicada a la extorsión, al sicariato, al abigeato (robo y hurto de ganado) y al secuestro en el estado Guárico, denominada Los Plateados”, dijo Rodríguez. Así, la hipótesis del gobierno es que Díaz fue asesinado por reyertas de mafiosos.
Por su parte, el secretario general de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, confirmó que Díaz era el secretario partidario en Guárico, y en Twitter en la misma noche del crimen no dudó en asegurar que fue baleado por militantes “del PSUV”, en referencia al Partido Socialista Unido de Venezuela, el partido de gobierno.
Tal parece que esa referencia fue suficiente para Luis Almagro, nuevo secretario general de la OEA, quien aseguró que la muerte del militante “es una herida de muerte a la democracia”, y reclamó al gobierno de Maduro “detener la violencia” en Venezuela. El encono de Almagro contra Venezuela es manifiesto y sorprende a quienes lo conocieron en su terruño, Uruguay, mucho antes incluso de que llegara a ser canciller de “Pepe” Mujica, quien cortó todo tipo de relaciones con Almagro tras sus desplantes contra Venezuela.
“Ya está declarando sobre la muerte de Luis Manuel Díaz y no ha dicho nada del estudiante zuliano, Eleazar Hernández”, le recriminó Maduro, en un acto televisado. Hernández era un estudiante de la Universidad del Zulia, adherente al chavismo, que fue asesinado el mes pasado. “La derecha mundial guardó silencio. La basura de Luis Almagro guardó silencio (sobre la muerte de Hernández). Es una basura”, dijo Maduro.
Y así, a votar
“Estaban buscando un muerto, sólo tenían que ponerle nombre”, dijo el jefe de campaña del chavismo, y aseguró que Almagro y los eurodiputados de derecha que se pronunciaron apresuradamente sobre el crimen de Díaz están en una campaña contra la revolución bolivariana, y que buscan impedir que el próximo domingo haya elecciones.
Comicios que, según la oposición, servirán para que ese sector tenga control sobre el poder legislativo y, según el chavismo, será “una victoria más para Chávez”, elipsis para significar que el pueblo no abandonará al chavismo, aún más allá de las penurias económicas de la hora, que según el gobierno se deben exclusivamente a la “guerra económica” de los privados, que produce desabastecimiento e inflación.
Cierto es que la distribución de alimentos a precios muy inferiores a los del mercado privado a merced de la locura inflacionaria es un freno importante a la pauperización absoluta del ingreso de los asalariados. También es cierto que hay un ejército de nuevos especuladores, que trasiegan todo lo que se puede entre el mercado estatal y el privado, obteniendo ganancias importantes. Y así la vida sigue.
¿Se preparan los venezolanos para castigar al gobierno por la crisis económica? ¿Primará, en cambio, la certeza de que en la oposición, que construye efectos políticos a fuerza incluso de un dudoso crimen, no hay nada ni nadie en quien confiar? ¿Y eso evitará el ausentismo del chavismo que casi hace fracasar la sobrevenida candidatura de Nicolás Maduro en 2013?
Muchos interrogantes en una campaña que ahora, además, huele a pólvora.
*Publicado en Miradas al Sur