Este año que vamos rematando no ha sido desde luego ninguna maravilla desde el punto de vista meramente cinematográfico: con un poco de maldad y bastante mala idea podríamos decir que no han aparecido valores nuevos que puedan sustituir holgadamente el ostentoso declive de algunos denominados maestros que insisten en seguir trabajando en su senectud cuando quizás lo más prudente sería retirarse a los cuarteles de invierno y disfrutar de las mieles al tiempo que se ahorran rebajar cualitativamente el promedio de su producción: sin llegar a extremos como los de Charles Laughton, colapsado por una única obra maestra, algunos deberían aplicarse la doctrina del mutis silencioso...
Mientras tanto, en la pantalla de al lado, cada día que pasa más grande y con mejor sonido, capaz incluso de conectarse al éter, los productos bien escogidos pueden llenar de satisfacción: hay que elegir sabiamente, claro, pero ahí entra como siempre el factor gusto: la pena es que se pierde la magia de la sala oscura: un día, alguien acabará por solventar ése detalle: tiempo al tiempo...
Pero lo que de verdad ha llamado mi atención este 2014 y estoy seguro que no soy el único, es que, pasiones cinematográficas aparte, parece que estamos en una pendiente de todo tipo, con regresión a formas y formulismos que jamás hubiéramos pensado ver en este siglo.
No siendo este bloc de notas el lugar apropiado ni por descontado tampoco quien lo mantiene idóneo a la tarea de profundizar críticamente en la sociedad como ente global, ya hacía días que meditaba cómo poder expresar gráficamente esa sensación.
Ha sido a raíz de mi visita a la casa de un colega del blogerío que se ma ha ocurrido la mejor forma de solventar mi anhelo.
Víctor en su lista me descubre artistas de la música que no conocía y quedo admirado del poderío de Beth Hart, de cuya existencia no tenía ni idea.
Indagando, como de costumbre, me salta de repente la idea de cómo poner sobre el tapete una alegoría de que los tiempos no han mejorado lo que se esperaba de ellos: la cantante, admiradora confesa de Billie Holiday, realiza una soberbia reinterpretación de un tema que ya se trató en este bloc muy detalladamente a causa de la excepcional conjunción de música, letra, interpretación y contenido marcadamente social: que ahora Beth Hart y su colega Joe Bonamassa se empleen tan a fondo con el añejo tema Strange Fruit y a la vista de lo que está sucediendo últimamente, no me parece casualidad y sí buena intención.
Pero no vayamos a ponernos melodramáticos, que ustedes no estarán hoy por la labor y el llamado ya se ha hecho, así que pasemos a considerar que se han portado bien y que merecen pasar una agradable velada de cambio de año, tratando de dejar atrás lo malo esperando, como siempre, que el nuevo sea mejor.
Vistos que han sido algunos anuncios televisivos, me parece que la perspectiva no es muy halagüeña que digamos, y se me ha ocurrido que, ya que lo encontré, pueden aprovecharse del trepidante concierto que el año pasado, todavía 2013, ofrecieron Beth Hart & Joe Bonamassa en Amsterdam (30/6/2013) y así tienen un par de horitas de buena música.
Y para el día siguiente, o el resopón-anti-resaca-subsiguiente, siempre pueden situarse en la sala típica del concierto de año nuevo, en la famosa ópera de Viena, sólo que, en esta ocasión, serán cinco los músicos que pueden amenizar la velada, en un concierto irrepetible