Hoy en día son muchos los que consideran que adiestramiento y educación canina son lo mismo, y se habla indistintamente de uno u otra. Sin embargo, ambos conceptos presentan diferencias que merecen ser aclaradas, ya que mientras algunos profesionales se ocupan más bien de adiestrar perros, el trabajo de otros tiene que ver con la educación.
La educación canina tiene que ver con lo que podríamos considerar normas de convivencia, es decir, normas o pautas necesarias para que la relación entre el animal y su entorno (que incluye los miembros de la familia, personas ajenas, congéneres y otros animales) sea la mejor posible, basada en el respeto y en lo moralmente correcto, por decirlo de alguna manera.
Por ejemplo, que un perro se abalance sobre las personas que se le acercan no resulta agradable ni para el propietario ni para las personas “afectadas”; por tanto, habrá que enseñar (educar) al perro para que no salte sobre las personas. En este caso hablamos de educación canina, no de adiestramiento.
Cuando un propietario decide acudir a un profesional para solucionar el problema de conducta que presenta su mascota, ese profesional estará educando al perro; es decir, enseñará una manera correcta de actuar al animal, y a la vez unas pautas de manejo al propietario para que esto tenga lugar.
La educación, por tanto, tiene que ver con las normas que el propietario debe enseñar a su perro para que éste tenga un comportamiento aceptable “en sociedad”; para entenderlo mejor, pongamos un ejemplo fácil de comprender: cuando un niño es pequeño, sus padres y tutores le enseñan lo que está bien y lo que está mal o es inaceptable, de forma que el niño va aprendiendo a comportarse de una determinada manera y evita hacerlo de la contraria. En el caso de los perros, es lo mismo, debemos enseñarle cómo debe comportarse, qué puede y que no puede hacer.
Por otro lado, el adiestramiento tiene que ver con una serie de habilidades o ejercicios que se le enseñan al animal, y que éste debe ejecutar de una determinada manera, a la orden correspondiente. El concepto de adiestramiento está más asociado a los llamados perros de trabajo, como los que participan en las diferentes disciplinas deportivas (rastro, defensa, obediencia clase internacional (OCI),…) así como aquellos destinados al salvamento, detección de sustancias ilegales, explosivos, perros de rescate,… que tienen una función social bien determinada, y muy importante.
Imágenes: perros de trabajo (defensa y rastro).
Respecto a las modalidades deportivas, están reguladas por un reglamento que establece los ejercicios que debe ejecutar el animal, asi como la forma en que debe hacerlo; por tanto, el grado de exigencia en estos casos es elevado. Esto no quiere decir que a nivel particular (entendiendo particular como la mascota de casa) el adiestramiento no tenga lugar; en estos casos hablamos de adiestramiento en obediencia, que permite al propietario ejercer mayor control sobre su perro, y que es una parte fundamental de la terapia de re-educación o programa de modificación conductual del animal. Tal sería el caso de la enseñanza de órdenes básicas como: sentarse, tumbarse, acudir a la llamada, caminar al lado, entre otras. La diferencia está en que el perro de trabajo y el de deporte deben realizar los ejercicios de una forma impecable y muy concreta, mientras que la “obediencia casera” no tiene por qué ser tan disciplinada, si queremos que el perro camine junto a nosotros (fuss), nos conformaremos con que lo haga a nuestro lado y a nuestro paso, sin tirar de la correa, independientemente de si nos mira o está pegado a nuestra rodilla mientras camina junto a nosotros
Imágenes: perros adiestrados en obediencia. La obediencia exigida en disciplinas deportivas y perros de trabajo conlleva una exigencia mayor que el adiestramiento en obediencia básica a nivel particular.
Por todo lo dicho, queda claro que adiestramiento y educación no son exactamente lo mismo; de hecho, un perro puede estar perfectamente adiestrado pero nada educado; al contrario, un perro puede estar muy bien educado, pero no estar adiestrado. Veámoslo mejor con este ejemplo: un perro que ejecuta a la perfección órdenes como tumbado, sentado, junto,… cuando el dueño se lo ordena es un perro bien adiestrado; pero si luego resulta que se pelea con los demás, salta sobre la gente, demanda atención continua, come todo lo que encuentra, pasea tirando de la correa,… no podrá decirse que se trata de un animal educado (no tiene un comportamiento socialmente aceptable).
Así pues, aunque desde el punto de vista práctico la diferencia conceptual de estos dos términos no tiene mayor importancia, está bien entender que ambos conceptos, que suelen usarse de forma indistinta, no son lo mismo, aunque están directamente relacionados y en la práctica deberían complementarse entre sí.