Es difícil escribir hoy algo que no haga referencia a este 2014 que hoy termina o intentar sacar la bola de cristal para descubrir qué nos deparará el 2015 que empieza en unas horas... Algo que he aprendido con los niños es la importancia de relativizar todo... Una noche como la de hoy nos suele generar "a los mayores" mezclas de añoranza por el tiempo pasado, nervios por lo que viene, tristeza al pensar en los que nos han dejado en el camino, cierta frustración por objetivos no conseguidos, incluso desilusión por conseguir alguno de ellos al ver que no llegan...
Pero si abro los ojos, observo a mis niños hoy, jugando con el perro de sus yayos como ayer y como lo harán mañana, tirándole palos una y otra vez para que su fiel amigo los recoja también una y otra vez me doy cuenta de que esta noche no deja de ser una noche más. Para ellos tan mágica como prácticamente todas, pedirán un cuento como cada día, nos darán un abrazo de oso como todas las noches... ¡Y abrirán el ojo exactamente a la misma hora que siempre! Sin ser capaces de entender lo que significa que hoy se acabe un año y a continuación empiece otro, ¿Entonces cuando vuelva al cole ya iré a la clase de 5 años? No cariño, cambiamos de año pero todavía no cambias de curso y tampoco pasas a tener un año más... ¡Ah..., pues vaya! ¿Entonces? ¿Qué hay de diferente? Pues nada, pequeña Jirafa, ciertamente nada. Solo que hay una cena especial, nos vestimos algo más elegantes, luego suena música, bailamos y nos deseamos que el año nuevo que llega sea igual de bueno o mejor que el que termina.
Así que desde esta reflexión, os deseo un magnífico último día del año, un estupendo primer día del año nuevo que empieza y que lo disfrutéis tanto como cada uno de los días que vivimos... ¡Por muchos más días de juegos y aventuras!