Siguiendo el Plan de Eficiencia Energética que aprobó la Unión Europea en 2011, a partir del próximo 1 de septiembre entra en vigor la normativa que prohíbe fabricar y vender las conocidas bombillas halógenas, excepto en los casos en que no exista una tecnología que pueda sustituirlas y hasta agotar las existentes en las tiendas. Concretamente, la normativa afecta a las bombillas halógenas clásicas hechas de cristal y que emiten luz omnidireccional, con casquillo E27 y E14, así como algunas bombillas no direccionales con casquillos G4 y GY6.35. No afectará a los faros de los coches.
¿Qué podemos hacer? Sustituirlas por bombillas LED de una manera sencilla: quitar la halógena y poner una LED. Seguro que muchos pensarán que el cambio les va a suponer un fuerte desembolso económico y no les falta razón ya que las bombillas con tecnología LED son mucho más caras a la hora de la compra, pero el ahorro posterior compensa con creces ese desembolso. Estos son los datos: - Bombilla incandescente habitual. Ya eliminada desde 2012. Tenían una vida útil de unas 1.000 horas. - Halógenas mejoradas (ECO). Ahorro energético respecto a la incandescente de un 25% y duración de unas 3.000 horas. - Fluorescentes compactas. Ahorro de un 80% y vida útil de unas 8.000 horas. - Bombillas LED. Ahorro de un 90% y duración hasta 50.000 horas, sin importar las veces que se encienda o el tiempo que pasen funcionando en cada ocasión. El ahorro es evidente, ya sea en consumo energético, con un ahorro de un 15% del total del recibo de la luz dependiendo del número de bombillas que se utilicen, o en la reducción de generación de residuos. Sin embargo, hay que recordar que el proceso de reciclaje de las bombillas LED tiene un coste más elevado. Una última consideración. A pesar de la inminencia de la prohibición, un 54% de los europeos no ha oído hablar de ella ni una sola vez y la cifra aumenta hasta el 67% si contamos también a los que desconocen las consecuencias de esta medida. Un organismo como la Unión Europea, que dicta normas de obligado cumplimiento para cientos de millones de habitantes y que cuenta con presupuestos inimaginables para el común de los mortales, debería revisar sus políticas informativas. Salgan de la burbuja de Bruselas. Los europeos nos merecemos un respeto.Revista Tendencias
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