Si has sido mamá o has adelgazado mucho en poco tiempo, seguro que conoces muy bien a las protagonistas de este post: las estrías. Esas blanquecinas líneas que suelen salir en el pecho, las caderas, los muslos… y que tan poco nos gustan.
Lo peor de todo es que una vez que aparecen, sólo podemos combatirlas de una manera: con tratamientos estéticos. En estos casos, de nada vale una dieta o el ejercicio, porque las estrías son el resultado de la rotura interna de la piel.
Aún así, no temas, porque podemos prevenirlas con una buena alimentación, bebiendo mucha agua y aplicándonos, diariamente, cremas anti-estrías y de prevención. Si eres de las pocas afortunadas que no las sufren… ¡enhorabuena! Si no, bienvenida al club. Pero no desesperes: la mayoría de las mujeres las tienen, sobre todo, a raíz del embarazo.
El láser es la solución preferida por los dermatólogos, ya que penetra en la piel y los resultados son evidentes desde la primera sesión. También puedes optar por un peeling para descamar la piel y renovarla.
Otras de las técnicas que te ofrece el mercado son la dermoabrasión y la mesoterapia. La primera erosiona la piel, acortando y estrechando las estrías mientras que la segunda se basa en una serie de infiltraciones.
Lo más probable es que una técnica te convenga más que otra. Así que analiza a fondo tus estrías y… ¡despídete de ellas!