Ya no está en este mundo, ya los problemas han acabado para ella. Sus cenizas es lo único que queda...
No. Eso no es exactamente así. También queda nuestra amistad, nuestro cariño hacia su familia, pero sobre todo sus obras.Quedan sus hijos, los más necesitados de ella, en especial el mediano Alex, por su enfermedad, pero también los hermanos que han sufrido en primera persona el rechazo de muchos a todo aquel que es diferente en algo a los demás. Porque nos jactamos de una sociedad libre pero a todo aquel que sale de la «normalidad», que no es más que la media estadística (o como diría un amigo, la masa borreguera) la sociedad le hace pagar por sus diferencias, sean o no voluntarias.Quedan sus libros y quedan sus desvelos y actos en favor de la literatura en Valencia, de los que esperemos haya alguien que tome el relevo. Encuentros como «De raíz», que tuvo su segunda edición en el de «El laboratorio» o el «I Congreso de novela de Valencia»… que esperemos tengan continuidad.Y digo esperemos, porque aunque había ente del mundo de las letras esta mañana en su funeral he echado de menos a bastantes. El oficiante ha destacado su presencia durante un tiempo en nuestras fuerzas armadas. Posiblemente algo distintivo en ella y que seguro que ha influido en su carácter, franco y directo. Alguien que no aceptaba con facilidad que se le mintiese y que decía las verdades a la cara, por mucho que doliesen. Adiós Samy… Hasta siempre en la memoria.