El pasado viernes día 31 de enero fue el último día en el que el mítico Colmado Quílez levantó su persiana.
Víctima de la especulación inmobilaria y de los precios descabellados de los locales en Barcelona no ha habido posibilidad de acordar con los propietarios del local un precio razonable. Bien es cierto que el Quílez, está (bueno ...estaba, snif) ubicado en la esquina de la Rambla Catalunya con la calle Aragón. Para el que no conozca Barcelona os diré que en esta zona pronto cobrarán por respirar.
El Quílez no es ni el primer ni, desgraciadamente, será el último negocio emblemático que tenga que cerrar sus puertas en mi ciudad.
He escogido esta foto antigua porque lo más maravilloso de este local (además de las delicatessen que vendían) era que a día de hoy estaba igual que en la foto. Igual de bonito. Incluso los dependientes seguían vistiendo los mismos guardapolvos anticuados.
Creo que no aprendemos y seguimos empeñados en construir una ciudad sin alma que pierde día a día su identidad y su gracia.
Sólo se que a partir del pasado viernes Barcelona es un poco más fea y más uniformada.
Qué pena!