Andrea Camilleri ha fallecido hoy, a los 93 años. Cuenta Daniel Verdú que llevaba 25 días ingresado en el hospital Santo Spirito de Roma. Hoy, todos le recuerdan como el padre de Montalbano, su gran personaje. Pero además de crear a este comisario que envejecía y leía como sus lectores Camilleri inventó todo un mundo. Montalbano vive en la imaginaria Vigàta – “un trasunto de su ciudad natal, Porto Empedocle“, como escribe Guillermo Altares – donde también suceden muchas de las obras de Camilleri que no pertenecen a la saga del comisario. De todas ellas, guardo especial cariño a ‘La concesión del teléfono‘, una novela epistolar muy difícil de encontrar. En Salamandra, la editorial que con tanto mimo ha editado la saga de Montalbano, han recordado hoy a Camilleri con esta fotografía. Es una hermosa y acertada elección para un creador que nos hizo pasar tantos y tan buenos ratos. Y lo seguirá haciendo.
Pd.: En las siguientes líneas podéis leer ‘Montalbano lee’ y aquí ‘Montalbano²’, las dos entradas que dediqué al gran personaje de Camilleri hace muchos años. Y aquí, la reseña de ‘Vosotros no sabéis‘, el pequeño ensayo de Camilleri sobre los ‘pizzini’ que escribía el capo Bernardo Provenzano.
Pd. 2: No es fácil escribir sobre Camilleri cuando todo parece ya dicho. Por eso este artículo que ha publicado hoy Paula Corroto en ‘Letras Libres’ es tan interesante. Os invito a leer su conversación con Carlos Mayor, el traductor de Camilleri.
Después del hipopótamo
Los personajes literarios sueñan, comen, fuman, roban, aman y mienten, pero pocas veces son tan reales como cuando leen una novela. Alonso Quijano se convirtió en Don Quijote por la locura de leer sin pausa las aventuras literarias de caballeros inexistentes. Mientras el hidalgo Alonso volaba por las páginas una brillante armadura crecía alrededor de su cuerpo y su sillón se convertía en Rocinante, presto a llevarle al galope al rescate de su amada Dulcinea.
Montalbano no sólo envejece al ritmo que lo hacen sus lectores, sino que lee, y sus lecturas parecen tan reales como las arrugas que Andrea Camilleri traza en el rostro y el alma del comisario. Montalbano lee a los autores que su creador admira y quiere recomendar a sus lectores, maestros como Pirandello – cuya vida narra Camilleri en su ‘Biografía del hijocambiado’– o Sciascia, poetas como DylanThomas o…
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