Bruno ha dormido sin chupete y no se ha despertado en toda la noche para pedirlo.
Anoche al acostarle se enfadó por algo y lo tiró; cuando lo hizo una segunda vez su padre le dijo que ya no se lo daba. Protestó unos segundos, pero calló. Cuando entré yo en la habitación para dar las buenas noches a mi niños, Bruno me llamó, sentado. Quise tumbarle y a oscuras busqué el trapito y el chupete en la cuna. El trapito lo tenía él cogido, pero...
- Y el chupete, Bruno, dónde está?
- Lo he tirado (en su lengua cada vez más comprensible, oé!)
- Ah, pues duerme, que tienes el trapito
Un montón de besos, unos cuantos quejidos y pocos lloros por su parte y, cuando desde la puerta de la habitación le empecé a hacer los ruiditos de dormir (chasquidos con la lengua, imagino que sabéis cómo), calló quedándose tranquilo y durmiéndose al momento.
Ni que decir tiene que no era nuestra intención dejarle sin el chupete toda la noche si lloraba, pero no lo ha pedido. Esta mañana cuando se lo hemos despertado lo ha pedido, le hemos dicho que no estaba y no ha vuelto a decir nada. No hemos puesto chupete en la mochila de la guarde, pero ya una vez se nos olvidó meterlo y no pasó nada; allí sólo lo utiliza para la siesta y no hace dramas si no lo tiene.
Como objeto de consuelo utiliza desde siempre chupete y trapito. El trapito es algo que no me importa que lo utilice cuando quiera y hasta que quiera, pero el chupete llevaba unos meses abusando - con lo que nos costó que lo cogiera, ainss -.
Así que sin comerlo ni beberlo, sin habérnoslo planteado aunque estuviera en nuestras cabezas no tardar en intentarlo, parece que el chupete pasó a mejor vida. Habrá segundas partes? No toco las campanas ni las palmas, pero espero que no.