Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa consorte de Bornos y grande de España. Liberal (de liberalismo económico, no político). Patriota. Primera mujer Ministra de Educación y Cultura (sucedida por Rajoy). Primera y única mujer Presidenta del Senado. Primera mujer Presidenta de una Comunidad Autónoma. Peso pesado entre los pesos pesados de la política española. Tras más de dos años apartada de la política activa, Rajoy recurrió a ti, a pesar de vuestras diferencias, para que intentases salvar el bastión madrileño. Y parece que ni siquiera tú, lideresa indiscutible, has podido dirigir con tino ese barco a la deriva. Se os ha hundido la capital, y la incertidumbre de tu futuro político es una amalgama de inmersión emergente. Qué paradoja, ¿verdad? Como tu nombre. Adiós, Esperanza, adiós. Te vas y tu marcha significa optimismo e ilusión, te vas para que a los madrileños se nos ilumine la esperanza.
Treinta años dedicándote a servir a los ciudadanos por puro altruismo y ahora pareces la gran derrotada. ¡Qué injusto es este oficio! Tú, que has trabajado con ahínco sin necesidad de enriquecerte con la política, que ya advertiste en 2006 que con el sueldo de Presidenta de la Comunidad de Madrid -que rondaba los 100.000 euros- no llegabas a fin de mes.
Menos mal que eres polifacética y puedes dedicarte a más menesteres. Como cuando fichaste como cazatalentos en la empresa Seeliger & Conde, ¿te acuerdas? Cobraste 369.000 euros y eso que solo le dedicabas el 20% de tu tiempo. Seguro que si el resto de la gente fuera como tú no habría tanto paro o, dicho de tu boca, esa "beca para disfrutar de un año sabático". Aunque es cierto que cazando talentos eres única. Por eso han sido imputados nueve políticos que nombraste en 2007 y 2011. Por eso la Gürtel y la Púnica han salpicado a ocho alcaldes populares de tu época de presidencia en la región. Adiós, Esperanza, adiós.
Siendo Ministra de Educación y Cultura, en 1998, contestaste "Sara Mago, una excelente pintora" cuando te preguntaron qué te parecía Saramago, el escritor portugués que acababa de ser premiado con el Nobel de Literatura. Un lapsus lo tiene cualquiera, y nadie debería dudar de tu vastísima cultura literaria. Como cuando en 2006 asististe al colegio fuenlabreño Dulce Chacón, cuyo nombre hace honor a la escritora de La voz dormida, y preguntaste a su madre allí presente: "¿Dónde está Dulce, en Cuba? ¿Por eso no ha venido?". Seguro que eso fue otro lapsus y tú sabías perfectamente que Dulce Chacón había fallecido tres años antes.
Una metedura de pata la tiene cualquiera, ¿verdad, Esperanza? Como la de la agencia de comunicación Publicis en la campaña de autobombo que hizo Telemadrid en 2007. El eslogan decía: "Telemadrid, espejo de lo que somos". Para algunos esa consigna fue una gran metedura de pata, para otros, la realidad de lo que pasaba en TeleEspe, la televisión autonómica que pusiste a tu servicio: "Telemadrid, Espe jode lo que somos".
Hasta tal punto Telemadrid llegó a estar a tu servicio, que sus trabajadores tuvieron que crear una plataforma donde denunciar públicamente la coacción de sus libertades, la censura a la que se veían sometidos y la desinformación que estaban obligados a retransmitir. Por eso Telemadrid emitía las visitas que hacías a los hospitales pero cortaba las secuencias en las que te abucheaban, te exigían sanidad pública y tú perdías los nervios encarándote con los allí congregados para protestar. Adiós, Esperanza, adiós.
El doble rasero con que orientas tus apariciones públicas se asemeja al doble rasero con que mides lo que dices y lo que haces, ¿verdad, Esperanza? Como en 2006, cuando promoviste la campaña publicitaria "Madrid necesita más agua" al tiempo que impulsabas la creación de innumerables campos de golf. Ese interés tuyo por el golf te llevó a decir, años más tarde, que "los poderes públicos tienen la obligación de impulsar la práctica del golf", algo que no tendrá nada que ver con que tu marido, hermana o tíos tengan negocios y/o intereses en este deporte. Tampoco tendrá nada que ver con que pretendieses privatizar el Canal de Isabel II (en un momento en que, casualmente, lo presidía Ignacio González, tu sucesor como presidente de la Comunidad de Madrid), una empresa pública que en aquel momento generaba beneficios.
Hay que reconocer que lo de privatizar es casi un vicio que tienes. Has privatizado plantas de asistencia primaria en varios hospitales de Madrid, has cedido la explotación de los servicios de restauración de la mitad de las instituciones públicas (una parte suculenta al Grupo Arturo, propiedad de tu gran amigo de la infancia Arturo Fernández, expresidente de la patronal madrileña, actual presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, usador de tarjetas black en tiempos de Blesa, imputado por el caso Bankia, magnífico estudiante que tardó doce años en sacarse económicas), has potenciado la educación privada y concertada en detrimento de la educación pública para que tus allegados se beneficien del "negocio" educativo, has promovido la privatización de Telemadrid después de convertirla en el canal difusor de tu autocracia, incluso en esta campaña electoral has abierto la puerta a una posible privatización parcial de la EMT. Adiós, Esperanza, Adiós.
Pero el doble rasero no termina en tu comportamiento delante y detrás de las cámaras, o en lo que dices y lo que haces, o en exaltar la labor del político como trabajador al servicio público mientras privatizas todo lo que está a tu alcance. Tu doble rasero también depende del protagonista de cada momento, porque los ciudadanos somos todos iguales... excepto tú, que eres sublime y excelsa, intocable y etérea. Por eso la Audiencia Provincial de Madrid archiva tu causa cuando te fugas mientras dos agentes de movilidad tratan de ponerte una multa mientras la Audiencia Provincial de Madrid condena a seis meses de cárcel a una mujer por un incidente calcado al tuyo. Por eso el Ministerio de Hacienda abre una investigación cuando se filtran tus datos fiscales mientras el Ministerio de Hacienda se niega a abrir una investigación cuando se filtran los datos fiscales de Juan Carlos Monedero.
No todos somos iguales, Esperanza. Tú estás por encima del bien y del mal. Liberal de escuela clásica, señora de orden y consorte de alta alcurnia, amiga de la polémica y las salidas de tono, afecta de la farándula con tal de acaparar las portadas de los periódicos, enarbolada en las malas formas cuando no hay una cámara delante, abanderada de las privatizaciones y el patriotismo de postín, mujer de carácter y lideresa indiscutible. Hay veces que las victorias saben amargas, como ganar una alcaldía por la mínima y acabar perdiéndola. Igual es cosa del karma, que aún evoca el Tamayazo. ¿Lo recuerdas? Cuando la ausencia de dos diputados autonómicos socialistas en la sesión constitutiva de la Asamblea de Madrid acabó otorgándote la presidencia de la Comunidad por primera vez. ¡Qué tiempos tan felices aquellos en que éramos tan infelices! Y ahora parece haber llegado la hora de decir adiós, Esperanza, adiós.
Quizás te preguntes por qué reitero tanto la despedida. ¿Sabes por qué? Porque durante más de una década has creído ser Madrid, y en cierta medida Madrid eres tú, porque Madrid es tu espejo, y tú eres espejo de Madrid. ¿Y sabes por qué eres espejo de Madrid? Porque tú eres Espe, y Espe jode Madrid. Adiós, Esperanza, adiós.