Sabía que estaba enfermo desde hacía tiempo, pero también que había tenido una mejoría. Estoy consternado. Lo seguía desde hacía muchos años, desde que me lo descubrió mi tía Celia, que tenía siempre la radio encendida en la cocina.
Años después, al irse de la radio, creó un blog delicioso -El duende de la radio- que yo seguía, y crucé con él algunos comentarios. (Me trató siempre con mucho cariño, e incluso hizo alguna mención muy generosa a este blog).
Desde El duende de la radio hablaba de todo con gran estilo, humor, cultura y bonhomía, y también habló de su enfermedad sin tapujos, sin arrugarse, con valentía e incluso con su permanente ironía y amabilidad. Era muy culto, muy afable, muy bueno, y tenía ese rasgo indefinible que, a falta de una palabra más exacta, llamamos "humor". (O tal vez sería más apropiado llamar "humour").
Que descanse en paz.
Estoy muy triste.