Revista Fotografía

Adiós Pepiño, adiós

Por Alejandropumarino

Adiós Pepiño, adiós

Aguda viñeta de Montoro, aunque no cabe restar méritos a D. José, de quien parecemos haber olvidado estas últimas semanas, que sigue siendo gallego. Pepiño ha dicho que se retira de la primera línea política, que queda mejor que ser retirado, sobre todo después de haber sido el azote de la corrupción popular a todo lo largo y ancho de esta vieja piel de toro. No se puede ser adalid de la honradez y conversar en las gasolineras, aunque sea de fútbol, porque, como decíamos ayer, la mujer del César ha de ser buena pero también parecerlo. El Sr. Blanco pasó de concejal de pueblo pequeño a número dos del Partido Socialista (lo de Obrero y Español no me atrevo a ponerlo) y del gobierno en un país del primer mundo en la vieja Europa, bastante más que cualquier aspiración de un joven socialista que cambió la escalada política por los estudios y la carrera. Ahora se consume por intentar suministrarse de combustible en el lugar y día equivocados, y aprovecha la confusión de la derrota electoral para hacer mutis sin que se note demasiado y conservando su acta de diputado por las connotaciones legales. Sanxenxo queda cerca de Arousa, donde conserva su apartamento ilegal el político gallego, y se come muy bien, a la par que discretamente. Mezclado con los turistas veraniegos, puede pasar desapercibido pese a vestir de Armani y contar los dineros de su cartera en billetes de quinientos euros, que es como se estila en estos asuntos. Echaremos de menos al Sr. Blanco por sus patadas al diccionario, por su leve dislexia, por sus múltiples caras, pero sobre todo, por su arte para negociar en las gasolineras. Como también decíamos ayer, que le vaya bonito.


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