Revista Fútbol
Es la última vez que verán a Quincy vestido con una camiseta del Málaga. Corresponde al entrenamiento del pasado Lunes Santo. El futbolista holandés de ascendencia ghanesa se dedicó ese día a realizar carrera continua junto a la ‘Bestia’. Le contó sus crónicos problemas con Pellegrini y le explicó por qué se marchó con antelación del entrenamiento del viernes y los motivos de su ausencia el sábado siguiente. Baptista trató de relativizar sus quejas. Creyó haberlo convencido, pero no fue así. Quincy se despidió ese mismo lunes de los compañeros con los que se fue topando y le pidió a Sandro Silva el favor de que le recogiera sus pertenencias. Lo tenía todo calculado, no volvería más.
Desde entonces, poco se sabe del paradero de aquel jugador que deslumbró en partido de Zaragoza. Quincy no se pone al teléfono. Algunos dicen que sigue por aquí. Otros que se marchó a Catar, donde debe volver la temporada que viene para jugar con el Al-Sadd. El ‘caso Quincy’ está en la mesa de los asesores jurídicos del Málaga. Tienen las de ganar. El holandés ha dejado de asistir a más de tres entrenamientos sin justificación, lo que facilita a la entidad de Martiricos la disolución de su contrato. En cuestión de días se convertirá en ex jugador del Málaga. Él lo quiso así y Pellegrini tampoco pudo o supo remediarlo.
Quincy traía fama de indisciplinado, y con esta aptitud ha demostrado porque ha pasado por tantos equipos,
Ajax Ámsterdam, Arsenal F. C., Spartak de Moscú, Celta de Vigo, Birmingham City, Cardiff City, Portsmouth FC, Al-Sadd, Málaga CF pese a ser joven, 25 años, y en ninguno ha acabado de triunfar.
En fin que le vaya bien, a donde quiera que vaya