Revista Cultura y Ocio

Adiós, ralkólnikov

Por Elircourt
ADIÓS, RALKÓLNIKOV
Pobre Rodión Raskólnikov, protagonista de Crimen y castigo, novela de Dostoievski. Si hoy levantara la cabeza, se daría de bruces contra sí mismo. 
Quiso igualarse a los poderosos y cometió un crimen. Asesinó a una vieja corriente, aprovechando que estaba sola en su casa. No la mató por motivos económicos, aunque viviera abrumado en la miseria.
¿Por qué resignarse a seguir siendo un animalillo asustado, un piojo, como sus semejantes? Si los poderosos carecen de escrúpulos para triunfar, si a ellos les está permitido violar leyes y normas morales reservadas a la gran masa, ninguna otra iniciativa mejor para situarse a su altura que la realización de un acto heroico. Consumar un asesinato y convertirse entonces en un hombre como el gran Napoleón. Un héroe. 
Pobrecillo. Tuvo que cargar con el peso de un terrible remordimiento, rindiéndose finalmente en una confesión voluntaria. De haber tenido constancia de los cambios en el siglo XXI, cabe pensar que no habría ejecutado su crimen.
En la actualidad los poderosos continúan matando. Matan de hambre y desesperanza. Aniquilan vidas, ideas y sueños. En nombre de la justicia y los derechos humanos actúan bajo el manto de una legalidad que se pone de su lado. Sin embargo, hoy conquistan su rango de héroes mezclándose entre la gente corriente. En lugar de buscar la distinción frente al resto, se afanan en igualarse a cualquier Raskólnikov indefenso.  
Lejos del ideario del "napoleonismo", encuentran tiempo para realizar la compra y empujar el carrito en el supermercado. Asisten con vestimenta desenfadada a los eventos populares. Tocan la cabeza de los niños, cuando no la guitarra. Despliegan sonrisas o se muestran preocupados según las circunstancias. El objetivo: pasear sus aspectos de personas sin pretensiones y transmitir una imagen de líderes conectados a la realidad inmediata.
Saben que la mayoría ciudadana aprecia la llaneza y la cercanía. Desconocen, no obstante, que, en palabras del poeta W.H. Auden, "los rostros privados en lugares públicos son más bellos y sabios que los rostros públicos en lugares privados".
EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO LAS PALMAS.


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