Revista Cine
Adiós Ray, adiós George, adiós Jonathan. Yo te maldigo HBO
Publicado el 07 enero 2012 por RebecasanchezEldía que la HBO anunció que cancelaba Bored to Death dejé desonreír. Me dieron ganas de coger plantarme en las oficinas de lacadena y gritarle cuatro cosas a los responsables de semejantedecisión. Más tarde, ya por la noche, me calmé y me di cuenta deque era algo que no debería haberme cogido por sorpresa. Bored toDeath era una serie con poca audiencia, para sibaritas y amantes delo excéntrico, una propuesta con un público muy reducido quetampoco es que levantase pasiones ni se llevase a los críticos de lamano. Lo cierto es que ha tenido tres temporadas, a cada cual mejor,y aunque nos ha dejado con un cliffhanger, la historia de estos tresamigos de Brooklyn, que le den a Manhattan, puede considerarsecerrada.
Trestemporadas, 24 capítulos, tres protagonistas, multitud de momentossurrealistas, mucha marihuana y vino blanco. El humor de la serie noes para todo el mundo, es un humor absurdo nacido de la extravaganciade lo cotidiano y de las complejas y maravillosas personalidadescomplementarias de George, Jonathan y Ray. Lo cierto es que laquímica entre Ted Danson, Zach Galifianakis y Jason Schwartzman esenorme y Bored to Death no sería lo mismo sin ellos porque tanto porseparado como en grupo logran despertar la complicidad y laimaginación del espectador, deseando que sus aventuras yconversaciones nunca tengan fin.
Desdeel principio caí rendida ante el encanto noir, infantil ypretendidamente insustancial de Bored to Death; la serie parecía notener rumbo ni trama ni fin en si misma pero había algo allídentro, solo había que darle tiempo; y pasados unos cuantoscapítulos descubrí una radiografía perfectamente perfilada de laamistad, un vistazo a las angustias existenciales de tres hombres endiferentes momentos de su vida, un estudio sobre el miedo a lasoledad, sobre la alegría de vivir, sobre la vejez, el amor, eltedio, Brooklyn, una entrada a los sueños y fantasías de tresamigos que nunca se dan por vencidos.
Estetercer año la serie se volvió más madura, más auténtica sinperder un ápice de comicidad ni de frescura. Es verdad que el hechode crear un misterio para toda la temporada mejoró muchísimo elritmo de Bored to Death e hizo que Jonathan tuviese, por primera vezen mucho tiempo, un objetivo a largo plazo. El doble capítulo delinicio y el doble episodio final ayudan a resolver el misterio deJonathan pero también abría la puerta a una interesante propuestade cara a la cuarta temporada. Estatercera y última temporada ha estado plagado de cameos de lujo y de momentosinolvidables: Sarah Silverman como la terapeuta de Jonathan y Georgeque se encarga de sus problemas mientras ellos le masajean los pies;Mary Steenburgen tocando el ukelele, Olimpia Dukakis seduciendo yenamorando a Ray y el barbudo dibujante explicando como era hacer elamor con una mujer mayor, el trío gay disfrazado, el Quijotecorriendo por las calles de la Gran Manzana, Jonathan colgando de unreloj, la resolutiva presencia de Isla Fisher, el ataque de losSuper-Ray en el campo de beisball... y todo esto y mucho más en ochocapítulos de veinte y algo minutos. Lomejor de la serie son sus tres protagonistas, Ray y su relación conLeah, su cómic con superpolla incluida, su infantilismo selectivo, sugusto por las mujeres mayores, su relación con su hijo y todas laspequeñas idiosincrasias que lo convierten en uno de los mejorespersonajes de la pequeña pantalla.
Jonathanpor su parte sigue siendo dependiente, romántico, torpe yencantador. Se mete en líos casi sin pretenderlo y siempre, con laayuda de sus amigos, consigue salir airoso y sin un rasguño. A lolargo de estas tres temporadas ha sido secuestrado varias veces,teniendo que acudir en su rescate sus dos grandes amigos. Además meencanta su relación paterno-filial con George y como ambos secomplementan a la perfección, incluso cuando se pelean. Ypor último, pero no menos importante, está George, y aquí hay quequitarse el sombrero ante Ted Danson porque compone a un dandyintelectual que se ha pasado con la maría pero que sigue siendo unhombre encantador, educado y elegante que a sus sesenta años cuentacon una vida sexual de lo más activa. George actúa, conscientementey encantado, como padre tanto para Jonathan (más marcado) como paraRay; su edad y su experiencia vital lo colocan en esa posición perotambién es infantil, alocado e irresponsable cuando toca y sumomento quijotesco ha sido lo más grande que he visto en meses. Voya echar mucho de menos a estos tres amigos y a toda la caterva depersonajes surrealistas que han pasado por Bored to Death. Voy aañorar sus absurdos, sus disertaciones sobre la vida, el universo ytodo lo demás, su ritmo, su intro … maldita seas HBO.