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Adiós ZP

Publicado el 21 mayo 2010 por Jcgarrido @jcgarridodp
Desde que la crisis comenzara a perfilarse en el horizonte, antes de las últimas elecciones, ZP ha sustentado su política en la mentira: primero negando su existencia (¿Recuerdan Uds. esa campaña electoral, en la que se tildaba de antipatriota a cualquiera que anunciara la inminente crisis, y aquel debate entre Solbes y Pizarro que, según el electorado [prueba irrefutable de que es cualquier cosa salvo inteligente], ganó el primero?), y después actuando (de cara a sus incondicionales) justo en la forma contraria a la que todos los organismos económicos patrios e internacionales, incluso el más llano sentido común, indicaban que debía hacerse. ZP se había abandonado a una alocada carrera hacia delante, irrefrenable y cuesta abajo, en la que la única forma de detenerse era tropezando, como acaba de hacer.
Y nadie le va a echar una mano, porque el fracaso, esa criatura bastarda, lo ha convertido en un apestado, comenzando por su propio partido, en el que nadie con las más mínimas aspiraciones querrá asociarse a su imagen en hundimiento, siguiendo por la oposición, a la que desde sus comienzos en el poder ha querido castigar con una suerte de “moving” político, y acabando con sus eventuales socios, que en cada ocasión le vendieron su apoyo a cambio de prebendas, y es posible que sigan haciéndolo, pero con un mohín de asco de cara a mantener la imagen frente a sus electores.
Tras el empate técnico que anunciaba el CIS pocos días atrás, ha bastado el anuncio de las primeras medidas para que caiga diez puntos, y su declive no ha hecho sino comenzar. ZP ha sido un gran embaucador que sistemáticamente ha negado la realidad y, contra toda lógica, ha sido respaldado por un electorado que necesitaba creerle más de lo que él precisaba que le creyeran. Pero ahora ha quedado en evidencia, y su deterioro apenas acaba de iniciarse. Y si fuera un poco inteligente o tuviera un mínimo de sentido de partido (vean que no oso decir de estado), convocaría elecciones de inmediato para minimizar la debacle de su sucesor, pero sería demasiado generoso suponerle incluso esa mínima grandeza: den por seguro que adelantará las elecciones, pero lo hará cuando no le quede otra alternativa.

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