Adivina quién soy esta nocheMegan MaxwellEditorial Esencia496 páginas Sinopsis:
Yanira inicia sus aventuras como cantante famosa mientras su esposo Dylan se cela. Entre pelea y pelea, sexo.
Comentario:
Esta novela es la segunda parte de "Adivina quién soy", publicada no hace mucho. Y cuando digo segunda parte, es literal, puesto que comienza donde terminaba la anterior.
Ya que en la primera dejábamos a la protagonista en un trance un tanto peligroso, el inicio de esta resuelve ese asunto de la manera más tonta, haciendo que el famoso cliffhanger no sea más que un gancho y, en cierto modo, un engaño, ya que a lo largo de la historia no se retoma ese asunto, que queda ahí como un hecho aislado y sin conexión con el resto de la trama. La resolución, por cierto, es algo insatisfactoria, tomando la protagonista decisiones incomprensibles (spoiler: como no denunciar a quien ha tratado de atropellarla), cuyas razones no se explican.
Lo de trama es un decir, puesto que esta escasea, lo cual se nota más al ser una novela extensa. Todo gira en torno a un conflicto muy leve y manido: si la protagonista elige su carrera profesional en el mundo de la música o a su marido Dylan, quien, naturalmente, no ve con buenos ojos que ella esté en ese mundillo (su madre también era cantante y eso repercutió en su familia para mal). A lo largo de la novela se repiten los enfrentamientos y roces entre la pareja por ese motivo, pues como era de esperar, ella se hace famosa y se codea con celebridades como Ricky Martin, Marc Anthony, Michael Bubblé, Antonio Banderas y otros de esta índole, creándose situaciones que generan celos en Dylan.
La novela no tiene ningún tipo de estructura. Se limita a narrar acciones casi a modo de diario donde Yanira nos cuenta cada cosa que hace, sin profundizar demasiado y sin que se vean muchas escenas con puntos de giro, avances de trama, o narrativamente relevantes. Eso afecta al ritmo. Durante la primera parte de la novela casi no pasa nada (nada en el sentido narrativo, repito), siendo la historia, además, bastante previsible en todo, en qué va a ser de la carrera musical de la joven, en cómo va a molestar eso a Dylan, en cómo va a terminar todo, etc, etc. Algo que hace que el interés vaya decayendo por momentos hasta el único punto de giro, casi llegando al final, que aunque sea esperable y predecible, al menos hace que cambie un poco el ritmo cansino de la narración.
Los personajes principales, Yanira y Dylan, son algo planos. Al estar narrado en primera persona, tenemos la ocasión de conocer los "pensamientos" y "reflexiones" de la chica, quien usa un lenguaje en exceso coloquial y algo pobre, plagado de interjecciones que tratan de suplir sus carencias expresivas a la hora de narrar experiencias intensas. Cuando tienen relaciones sexuales ella repite: "qué gustazo, qué placer, qué pasote" y cosas por el estilo. Cuando piensa sobre su marido las reflexiones son: "qué sexy y qué guapo es, ¿cómo puede ser tan guapo mi morenazo?" Prácticamente, toda la relación de esta pareja se asienta en el sexo y en la belleza. Aunque en el resto de los protagonistas hay algo similar. Hasta la abuela de ella justifica los cuernos que le puso a su difunto "porque estaba enfermo" y claro, al encontrarse con su amor de juventud... La amiga de la protagonista también busca al amor de su vida basándose en si es o no bueno en la cama.
La protagonista, como los otros personajes, no alberga ni un gramo de maldad, solapamiento u oscuridad. Son todos tan buenos y perfectos que da grima. Pero más grima da los apelativos con que se dirigen unos a otros: caprichosa, conejita, mi bichito, o las expresiones que salen de las bocas de algunos: me súper encanta, te súperquiero... Acabas súper odiándolos y súper deseando verlos súper muertos.
Como en la anterior, o quizás más acentuado en esta, los personajes no usan un lenguaje propio de sus nacionalidades. Sean canarios, portorriqueños, españoles o norteamericanos todos hablan un atildado castellano de Burgos, a menudo muy coloquial, hasta el punto de que incluso los latinoamericanos dicen "vosotros" en lugar de "ustedes" y expresiones típicas de la Península.
La pléyade de secundarios que aparece agobia y distrae, sobre todo porque, quitando a unos pocos, como Omar, Ankie o Tifany, el resto no parecen tener un rol claro en la trama ni sirven para nada más que para acompañar a la protagonista o aumentar páginas. El travesti Valeria, por ejemplo, no tiene ninguna participación narrativa.
Además, se añaden decenas de páginas con escenas sin interés, como la que explica los cuidados que hay que dar a la niña bastarda en su enfermedad diabética. Para subidas de azúcar, las que producen ciertos diálogos en los lectores... Y es que siempre que salen niños en estas novelas empiezan las disfunciones pancreáticas... Aunque en este caso, los adultos también aportan lo suyo.
Como también sucedía en la primera parte, las escenas sexuales se intercalan cada x capítulos, a veces sin venir a cuento. La mayor parte de estos encuentros no aportan nada a la relación de los personajes ni alteran la trama. A veces parece que se trata de dos novelas distintas, "pegadas" una a la otra. Si elimináramos las escenas eróticas la historia general no sufriría ninguna alteración. Hablando de estas escenas resulta curioso que la protagonista acepte todo por parte de su dominante marido incluso habiendo declarado ella que no le gusta. Siempre que tiene alguna reticencia, esta desaparece al iniciarse el intercambio sexual, y termina gustándole todo, ya sean golpes con latigo, sexo anal, etc. Y si no le gusta (como que le eyaculen en la cara), pues da igual. ¡Vaya suerte tiene! En la primera parte se hablaba de intercambio de parejas, pero sigue sin verse en esta, quedando como mucho reducido el tema a tríos variados o cuartetos. Las escenas sexuales a mí me han parecido poco emocionantes e incluso aburridas, puesto que no cambian nada en la historia, son meros adornos que alargan muchísimo la novela. Y además, son muy parecidas unas a otras.
El final es el de todas las novelas románticas, y el epílogo también, por supuesto. Por si alguien no quiere leerlo, gemelos, chico y chica.
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