Sí, avezados y escasos lectores, seguro que conocen a la señorita de la imagen superior; es Penélope Cruz, hace algunos años, en una toma que evidencia la posibilidad de que cualquiera pueda llegar a pasear con estilo, belleza y elegancia por una alfombra roja; basta un poco de cirugía plástica, un bastante de Photoshop, la visita a un estomatólgo especializado en estética y media docena de lecciones sobre como lucir palmito sin morir en el intento. La de abajo es Julia Otero, aunque no lo parezca tampoco, y menos cuando la periodista lució sonrisa Profidén por diferentes medios, vendiendo su fichaje como el de un astro del deporte rey. Me lamaron la atención estas dos instantáneas entre otras muchas, publicadas en un medio digital. Por lo menos, parecen invitar a la reflexión, a esa que permite concluir que todos somos normales, salvo las imágenes de cartón piedra que vende la industria cinematográfica, capaz de ponerse en escena a sí misma, en un decorado más falso que el cartón piedra de sus películas.