Un día, hartos ya de servir sólo para expresar cualidades y ser algo secundario, los adjetivos decidieron dar batalla a los sustantivos, esos prepotentes que tienen existencia real y reflejan lo esencial.
Reclutaron voluntarios que pronto acudieron a los diferentes medios afirmando que habían realizado una comparativa, veían un balón rozar el lateral derecho o discutían el tema en el interno de la organización; todo ello en vez de ver el lado derecho de la portería y establecer una comparación en el interior de su grupo.
Para rematar, estaban supercontentos concretizando su nuevo posicionamiento.
La RAE tendría que crear un tribunal sancionador de las “agresiones lingüísticas”. No le faltaría trabajo.