En mi trabajo tuvimos una vez una reunión de equipo, esas donde se habla de números, estrategias, metas proyectadas y cosas por el estilo; nuestro líder quiso despertar nuestro lado vocacional haciendo una pregunta que hizo eco en mi cabeza: ¿Qué persona admiras por su compromiso y tenacidad? Algunos respondieron que su mamá, una figura política o su pareja, y aunque no me señalaron en ese instante para responder, sí quería responderme a mí misma y no quedarme con ese espacio vacío en la cabeza; y a esto llegué:
Mi madre es una mujer muy creativa, de iniciativas persistentes y sobretodo expresiva, ha logrado con sacrificio muchas cosas, pero no es del todo mi modelo y de seguro ella sabe por qué. Mi hijo es un pequeño gran hombre del que admiro su espontaneidad y sensibilidad. Aunque me ha enseñado muchísimo y seguramente me sentiré orgullosa profesionalmente, ese momento aún no llega.
Existen otras personas que me han aportado invaluables experiencias y lecciones de superación que quiero agradecer en este espacio:
A mi prometido Omar que, por esos inefables méritos, dignos de una entrada exclusiva, extensa y profunda como su amor por mí.
*Andres, seguirán pasando años y no deja de sorprenderme tu tranquilidad, dulzura y lealtad.
*Aleyda, que donde esté, agradezco la esencia de su amistad y la oportunidad de conocerme y reconocerme como mujer.
*Sol, por ponerse la capa y salir volando a salvarme en una noche perdida, helada y oscura. Gracias a ti entendí el valor de las promesas.
Todos tienen algo maravilloso que los hace inmensamente admirables, pero a quien quiero nombrar como modelo, es a una persona que no muchos han tenido la oportunidad de conocer, ni siquiera el borde de su complejidad como lo hice yo.
Él se describe como reservado, yo diría mejor que es esquivo.
Impacta su elegante manera de hablar, la forma en que concibe el mundo y la estricta exactitud de su propia exigencia, su pulcritud, su impecable porte. Ha superado situaciones altamente traumáticas, que de solo escucharlo hela la sangre, y aunque tácitos los detalles de su vida, son implícitos sus sentimientos en contra del mundo y puedo ligeramente dimensionar el porqué.
Tiene la facultad de dominar (contraer) sus emociones a máximo nivel, es estratégico y metódico en esas cosas del cariño, o para que suene menos frio: demasiado exclusivo.
Deleita su caballerosidad y su inteligencia, su cultura y su defensiva radicalidad. Su sonrisa es la misión más imposible. Sus talentos incontables y conjugados.
Definitivamente no es el ser más noble, pero su perro es testigo de la ternura que alberga en la intimidad de su espacio, no es el tirano que a primera impresión pudiera parecer, aunque sí peca de soberbio e insensible muchas veces.
Rompe estereotipos, conduce a equivocar prejuicios, es un paradigma total en la definición de ser hombre, pero sobretodo de ser hijo.
No me permito mencionar tan siquiera la memoria de su madre, porque es un inmaculado tesoro, casi innombrable, gema viva, ángel que vigila y custodia cada actuar de este joven que sobrepasó circunstancias impensables.
De cualquier manera y por el impulso que haya sido, su trayecto en esta carrera de la vida ha sido notable, verosímil, genuino, y un avance impresionante en su forma de vida, en su forma de verse a sí mismo, cuando defiende sin quebranto lo que es, lo que quiere, lo que ambiciona.
Y cierto está que su caparazón es su refugio, pero el día que reduzca su distancia con el mundo, por más desolador y decepcionante que parezca, podrá correr con la suerte de conocer personas que aporten una pizca de humanidad y emotividad a su vida rígida, como alguna vez lo hice yo, mientras leía Noches Blancas y él simplemente prestaba atención sonriendo…
Así se cambia al mundo.