Revista Cultura y Ocio
Hoy me enteré del fallecimiento de Adam Yauch (MCA), miembro junto a Mike-D y Adrock de los Beastie Boys, una de las bandas más importantes y representativas de la historia de la música. Importantes, no sólo por los discos vendidos o las canciones publicadas sino por la aportación a ese género tan "negro" como el hip hop de grandes dosis de humor y talento, aderezados con elegantes fusiones musicales y estilos sonoros. Representativas porque, desde sus inicios más "hardcoretes", siempre fueron una imagen de eterna adolescencia. Inquieta, urbana, vitalista. Eterna. Incluso con los años, supieron adaptarsre sin perder un ápice de ese transfondo de vanguardismo adolescente, lejos de mensajes de autodestrucción, éxito infantiloide y pose de mercadotecnia, tan ligado a muchos ejemplos de la música popular contemporánea. Los Beastie siempre fueron para mí, esa adolescencia sin fin. Una vez, una amiga de mis padres entró en mi cuarto y vio que tenía una foto parecida a esta de arriba pinchada con una chincheta en la pared. Se acercó a ella, la miró sonriendo y me preguntó "¿Estos son tus amigos?". Creo que fue en la época del Ill Comunication, su mejor disco. Desde entonces, cada vez que veía esa foto, siempre pensé que hubiese estado bien que, efectivamente, esos tres chavales hubiesen sido mis amigos. En Abril pasado no pudo acudir al ingreso de la banda en el Rock and Roll Hall of Fame. En su carta de agradecimiento, puso estas líneas: “Quiero dedicar esto a mis hermanos Adam y Mike. Recorrieron el mundo conmigo."RIP, Adam Yauch. Músico, artista, militante de derechos humanos. Música eterna. Vida demasiado corta.