Alrededor del 24% de las mujeres en Camerún sufre una forma de mutilación en el pecho cuyo objetivo, al parecer, es disimular la pubertad y evitar violaciones y embarazos no deseados a edades tempranas. Para ello se emplean diferentes métodos con el fin de no resultar atractivas para el hombre: piedras calientes, palos que se usan para majar el cereal o cualquier otro tipo de objeto siempre y cuando cumplan una condición: que estén ardiendo.
El Departamento de Estado de Estados Unidos se ha hecho eco de este problema en un informe sobre los derechos humanos en este país de África en 2010. “Cuanto antes empiece a desarrollarse el pecho, más posibilidades de sufrir esta forma de mutilación. La mitad de las niñas cuyo pecho comienza a desarrollarse antes de los nueve años sufre el planchado”, asegura también la agencia oficial de cooperación alemana GTZ.
Los médicos alertan de las deformidades y las taras psíquicas como algunas de las secuelas que puede acarrear esta práctica. Como ocurre en otros muchos casos similares, la comunicación y la formación se presentan como posibles soluciones para tratar de erradicar esta “costumbre”. Esta formación es fundamental para educar a los adolescentes en salud reproductiva y sexual, incluida la prevención del sida. Así, se ha puesto en marcha una campaña en los medios de comunicación titulada Digamos no al planchado de los senos. En su web www.tantines.org las activistas explican las consecuencias de la práctica del planchado y tratan de dar a conocer en su país, yendo de pueblo en pueblo, toda esta problemática. Además, buscan el apoyo internacional para un problema que, básicamente, atenta contra los derechos humanos y es una prueba más de que la lucha por la igualdad tiene aún más vigencia que la que, a simple vista y desde nuestra visión del primer mundo, pudiera parecer. Conviene echarle un vistazo a lo que plantean.