Revista Educación
Ayer tuve la oportunidad de moderar una mesa redonda centrada en el papel de las nuevas tecnologías en la vida de niños y adolescentes. Supongo que la mayoría de asistentes saldrían del acto con algo de miedo en el cuerpo, y preocupados por los muchos riesgos que acechan a nuestros menores, ya que con frecuencia se cargan las tintas con mucho dramatismo. Este asunto de la influencia que las nuevas tecnologías tienen sobre la vida los adolescentes se sitúa en la encrucijada entre dos visiones sensacionalistas y estereotipadas. Por un parte, la visión negativa de la ciencia y la tecnología que podemos encontrar en la literatura y en el cine, que tiende a presentar al científico como a un loco que osa desafiar las leyes de la naturaleza (Frankestein) y a la tecnología como una amenaza para el hombre (Tiempos Modernos, Blade Runner). Por otra parte, la imagen dramática y sensacionalista del adolescente como conflictivo, irresponsable y antisocial, que suelen divulgar los medios de comunicación y que ya hemos comentado en una entrada anterior (ver aquí).
No es extraño que de la confluencia de ambos tópicos, surja una visión excesivamente sesgada hacia los peligros y amenazas de estas nuevas tecnologías, y que suscite una gran preocupación social, si tenemos en cuenta el uso cada vez mayor que los jóvenes hacen de ellas. En estos casos, lo mejor es echar mano a la evidencia empírica y ver que nos dice. Sobre este tema la práctica totalidad de la investigación se basa en estudios correlacionales, por lo que hablar de causalidad es arriesgado. Así, por ejemplo, es complicado saber si la asociación entre conducta agresiva y videojuegos violentos se debe a la influencia perniciosa de estos, o al hecho de que los sujetos agresivos muestren una mayor preferencia por los videojuegos violentos.
A pesar de estas limitaciones en la investigación, hay algunos datos interesantes (ver aquí). Así, una reciente revisión vincula el uso de videojuegos con una mayor cognición espacial y visual, probablemente porque estimula la percepción visual y la planificación y el desarrollo de estrategias. Otro dato curioso es la relación positiva encontrada entre el uso de ordenador personal en casa y el rendimiento escolar, siendo también más elevado el porcentaje de chicos y chicas que repiten curso entre quienes no tienen ordenador en casa. También podemos pensar, en la influencia favorable que puede esperarse del uso de Internet para buscar información, o del mantenimiento de blogs, actividad muy frecuente entre quienes tienen menos de 25 años. En estos blogs, jóvenes y adolescentes expresan sus sentimientos e inquietudes, sus problemas relacionales y sus dudas y reflexiones acerca de asuntos sentimentales, lo que puede servirles para mejorar su capacidad para expresarse por escrito, y para avanzar en el logro de su identidad personal. Es decir, cumplirían una función parecida a la de los diarios personales.
Estos resultados no deben llevarnos a la despreocupación total sobre los riesgos de la excesiva dedicación a las nuevas tecnologías. Quizá uno de los peligros más evidentes derivado de su uso es la posibilidad de generar una adicción que lleven a un excesivo, lo que puede apartar al chico o chica de otro tipo de actividades tan o más saludables. Esta adicción es más probable en el adolescente que en el adulto debido a que su corteza prefrontal se encuentra aún inmadura (aquí). Tampoco hay que olvidar que el consumo de muchas de estas nuevas tecnologías (TV, videojuegos, Internet) generan un excesivo sedentarismo que acerca al joven a la obesidad. En fin, mientras tenemos datos más concluyentes es recomendable tener una actitud de cautela con respecto a su uso por los menores, evitando que hagan un consumo excesivo, supervisando su utilización y ofreciéndoles alternativas de ocio.
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