La vida de Adolfo Suárez González, se apaga. Sin embargo, la vida del que fuera Presidente del Gobierno de España entre julio de 1976 y diciembre de 1982, se apagó ya hace muchos años, cuando fue vapuleado, vilipendiado y olvidado por muchos de los que hoy y cuando muera le alabarán.
Hombre ambicioso y simpático -según los que le conocieron de cerca-, fue uno de los artífices del cambio drástico producido en España después de la muerte de Francisco Franco. De la llamada Transición.
Lo más peculiar de este proceso, fue que no hubo ni revolución -por pequeña que fuera-, ni derramamiento de sangre. En menos de un año, se pasó de vivir -en España- en una feroz dictadura, a navegar en una incipiente democracia. Incipiente, pero democracia al fin y al cabo. Partidos políticos de toda ideología y credo eran legalizados y se dejaba de perseguir a sus miembros. Fue algo increible y alucinante, ya que hay que recordar la frase de Arias Navarro a la muerte del dictador de "todo atado y bien atado". Esos tiempos, realmente fueron motivo de orgullo internacional de España. Ningún medio extranjero daba crédito de lo que acontecía aquellos años. Ni el New York Times (USA), ni La Republica (Italia), ni Le Figaro (Francia), ni el Times (Inglaterra), ni Pravda (URSS), ni el Frankfurter Allgemeine (RFA), por citar solo algunos periódicos de distintos países y de distintas líneas editoriales, se creían lo que estaba ocurriendo en nuestro país.
Cierto es que se está pagando una factura todavía hoy de esta transición, pero ¿qué hubiera pasado si la figura de Adolfo Suárez no hubiera existido como tal? De justicia es agradecerle la labor desempeñada. Personalmente, estoy alejado de su ideología, pero, no dudo que fue un hombre valiente y decidido, y que la historia le ha de poner en un puesto relevante como hombre de estado.
Mucho se puede escribir sobre el Suárez de esa época, y sobre el Suárez del Movimiento Nacional, pero yo quiero guardar el mi retina una imagen solamente: la del 23 de febrero de 1981 (lease 23F de 1981). Esa foto en la cual, se queda sentado en su escaño -junto a Gutierrez Mellado- sin esconderse de los tiros -al igual que Santiago Carrillo- de los infames golpistas comandados por Tejero Molina.
Se van marchando los artífices del cambio de regimen político de nuestro país. Se nos han ido Torcuato Fernández Miranda, Gutierrez Mellado y Santiago Carrillo. Se nos va a ir en breve, Adolfo Suárez.