Que una tragedia de la magnitud de las consecuencias del terremoto que ha asolado Haití este mes tenga daños colaterales es sólo una parte de toda esa tragedia. En los medios de comunicación se ha aireado la dramática situación de unos cuantos niños quienes habían prácticamente completado los tramites para su adopción desde España, que se encontraron atrapados en el caos generado.
Al mismo tiempo se han alzado voces de alerta ante la posibilidad ( o la realidad) de que grupos de desaprensivos se dedicasen a traficar con niños huérfanos o abandonados después del terremoto. Ello ha motivado la activación de una prohibición a los ejercicios de adopción transnacional a partir de Haití como prevén las normas internacionales en relación a la adopción de niños a partir de países víctimas de catástrofes naturales o bien ocasionadas por el hombre como las guerras.
Algunos medios han recogido las palabras de una angustiada madre que ofrecía a unos reporteros que se llevasen a su hija de 8 años con ellos a España cómo único medio de asegurarle un futuro.
Todo ello plantea el grave conflicto de decidir cuál es el bien a proteger: la vida y bienestar de unos niños, el derecho a tener una patria y unos orígenes y a vivir con su familia, la legalidad internacional vigente… O bien cuál es el delito o la mala acción a perseguir: el secuestro de niños, el tráfico de seres humanos, el contrabando…
Haití es un estado fallido y cualquier referencia a leyes y derechos de sus nacionales carece de sentido. Los derechos fundamentales y reconocidos internacionalmente, que son los que los países comprometidos en la ayuda a Haití deben respetar y a los que se deben, aunque existan en la letra, son muy difíciles de defender y respetar en las circunstancias extraordinarias que se viven en la zona.
La respuesta a qué es mejor: dejar que un niño sea adoptado y trasladado a otra parte donde su vida pueda desarrollarse o dejarlo abandonado a su suerte donde la incertidumbre de su futuro se enfrenta a la seguridad de su desgracia o muerte, no tiene respuestas fáciles.
Las situaciones en las que se han generado refugiados, en las que numerosas personas buscan asilo, no se han tenido en cuenta demasiado los trámites de identificación, primando el socorro a los desplazados sobre otras consideraciones.
Desde este blog entendemos que lo que urge es la reconstrucción del estado en Haití de forma urgente, además de toda la ayuda económica, sanitaria y de reconstrucción de estructuras necesaria. Y eso porque la crisis de Haití no es sólo una catástrofe natural sino una crisis social en la que el propio estado ya había dejado de existir y con él la más mínima estructura social. Y también por eso entendemos que la decisión del gobierno de los Estados Unidos de aportar contingentes militares para establecer un orden haya sido prioritaria. Desde el más considerado pacifismo, también sabemos que, lamentablemente, algunos derechos humanos sólo puede defenderse con la armas en la mano.
X. Allué (Editor)
(P.S. También es cierto que los US Marines ya tienen hecho el caminito porque esta es la tercera vez que “invaden” Haití.
Aquí al lado una foto de la primera, en 1919: