Adultos estresados generan niños estresados, esto es algo que debemos considerar.
Durante los cursos de Mindfulness, es muy frecuente que los participantes, compartan sus conocimientos y prácticas diarias con sus niños si son pequeños, a ellos les encanta unirse a las prácticas que realizan sus padres/madres y por lo general cuando finalizan el curso comentan
"Ahora soy más paciente con ellos y más conscientes durante el tiempo que estamos juntos"
Los pequeños son nuestros mejores imitadores, de forma innata copian todo lo que ven de los adultos y cuando nosotros estamos estresados y desbordados ya sea por el trabajo, la presión, la tecnología, ellos perciben perfectamente nuestro estado emocional y se impregnan de él.
Muchas veces su comportamiento denota nuestra hiperactividad, y en el peor de los casos como no saben muy bien porqué estamos malhumorados, creen que son ellos la causa de esa situación emocional.
Las emociones asociadas al estrés se contagian igual que cualquier otra emoción y la respuesta de estrés es una respuesta que solemos aprender desde la más tierna infancia.
Cuando somos niños aprendemos a enfrentarnos a las situaciones desde las respuestas que vemos adoptar a los adultos más próximos, ya sean padres o educadores.
¿Somos conscientes los adultos de esta influencia hacia nuestros hijos?
¿Sabemos el tremendo impacto que les estamos causando ya sea por acción u omisión?
¿Te has parado a pensar sobre este aspecto de la educación de tus hijos en algún momento?
Te voy a contar lo que yo he vivido por si te sirve de espejo donde mirarte:
Cuando mi hijo era pequeño yo trabajaba muchas horas al día (9 o 10), cuando llegaba a casa si no estaba dormido, poco le faltaba y en la mayoría de las ocasiones no tenía tiempo, ni mucha paciencia para atenderle o escucharle.
Durante mucho tiempo mi actitud estresada se hacía evidente con el lenguaje brusco y tajante con el que me dirigía a él y para su desgracia y también la mía, su infancia se escurrió entre los días y las horas que no disfrutamos juntos.
Sólo durante el fin de semana podíamos pasar más tiempo juntos pero como uno no tiene un horario o un día para estar estresado, no había grandes cambios porque ya había un hábito adquirido.
No tengo tiempo, ahora no puedo, come, apura, desayuna, perderás el autobús, termina los deberes, etc, etc, etc.
Y el tiempo de la infancia es tan breve, aunque cuando estamos viviendo esa etapa no nos damos cuenta por la inmediatez, pero se escurre como el agua entre lo dedos y al igual que esa agua, nunca vuelve.
Las estadísticas dicen que nunca como hoy en día había tantos niños medicados con psicofármacos (hiperactividad, ansiedad, depresión, etc) y no voy a entrar a analizar aquí los múltiples factores de esta realidad compleja pero desde luego alguna responsabilidad tenemos todos los adultos en estas cifras.
Ahora que mi hijo ya es un adulto, veo en él las respuestas que en su momento aprendió de mi, y para su desgracia, las exigencias de su trabajo, la consecución de objetivos, las responsabilidades, le absorben tanto que está transitando esa ruta que algún día yo transité y le transmití con el ejemplo.
Pero lo peor es que ni siquiera es consciente de eso, de que además de vivir en el mundo que le toca hay muchas conductas y respuestas que son aprendidas desde la infancia.
Yo no puedo deshacer el camino andado, pero si tu aún estás a tiempo, toma consciencia de esto, aún tienes la oportunidad de rectificar, la vida es el presente.
Recuerda tu estrés no sólo te afecta a ti o a los adultos que te rodean, tu estrés afecta de forma consustancial a los pequeños, ya sean hijos o alumnos a los que educas con tu ejemplo.
¡No pierdas la ocasión de que aprendan de un adulto consciente y sereno, se merecen esa oportunidad.!
Sabes ahora que se aproximan unas fiestas donde posiblemente estés dando vueltas para encontrar el regalo perfecto para ellos te doy una idea:
"Regálales tiempo y paciencia",
Ah, cuidado no lo encontrarás en las jugueterías ni en las grandes superficies, solo se accede a ellos con atención al momento presente y decisión de disfrutar con ellos.