Revista Opinión

Advertencia masónica: lo que todo masón y no masón debe saber

Publicado el 13 febrero 2015 por Habitalia

Advertencia masónica: lo que todo masón y no masón debe saber

Advertencia masónica: lo que todo masón y no masón debe saber

En nuestra fraternidad hay mitos y mitómanos, como menciona el Hno. Víctor Guerra, de España, pero también han habido (y hay aún) hermanos con muy buena voluntad pero muy mal informados, como refiere el Hno. John Hamill, de Inglaterra.

Frente a ello, considero que la masonería, en la actualidad, necesita una advertencia. Esta advertencia debería estar dirigida a todo masón, en especial a los recién iniciados, y a quienes sin ser masones desean estudiarla, y orientada en tres aspectos fundamentales para todo miembro de nuestra fraternidad, es decir, en lo simbólico, en lo histórico y en lo bibliográfico.

Advertencia simbólica

El valor simbólico y alegórico de los elementos masónicos no se pierde en el origen de los tiempos. Su estructuración, por así decirlo, definitiva, no tiene más que unos poco cientos de años.

La masonería se define así misma como "un sistema peculiar de moralidad, velado por alegorías e ilustrado por símbolos". Ahora bien, el término moralidad en dicho concepto, contrario a lo que muchos masones hispanohablantes creen, no hace referencia directamente a normas de comportamiento, sino más bien a una forma teatral secular de finales de la edad media en la cual los personajes representan conceptos abstractos, como por ejemplo vicios o virtudes, lo cual es claro para un masón anglófono.

Con ello, podemos decir, de forma más clara, que la masonería es una forma teatralizada de enseñanzas morales donde las sensaciones, pasiones, sentimientos, vicios y virtudes interactúan con el hombre e, incluso en algunos casos, dialogan como si se trataran de seres vivos, con el objetivo de comprender y conocer la naturaleza humana y, principalmente, de que uno mismo se conozca. En la moralidad masónica, estos conceptos abstractos participan en la ceremonia llevando nombres, por ejemplo, de primer vigilante, segundo diácono, Hiram Abif, etc.

En su desarrollo, la masonería trabaja con elementos muy variados, tomados, principalmente, de los albañiles ingleses de la edad media, del cristianismo, así como también de diversas menciones bíblicas. Con el tiempo empezó a tomar prestado elementos caballerescos, judíos, musulmanes y cívicos. En todos los aspectos, solo con atribuciones simbólicas y alegóricas. Si bien muchos masones y no masones han dado orígenes remotos, ocultistas y mágicas a los mismos, incluso con un supuesto secreto para unos pocos elegidos, sin contar una mezcla algo extraña con viajes astrales, cábala, angeolología y/o, aunque sea sorprendente, ovnis, esto se ha debido a un entendimiento demasiado superficial de nuestra fraternidad, dejando de lado lo más importante: ser una mejor persona cada día adaptando los símbolos masónicos a nuestras vidas.

Advertencia histórica

En la actualidad no se conoce con certeza el origen de la masonería.

Con el surgimiento institucional de nuestra fraternidad, a inicios del siglo XVIII, se publicó la primera historia oficial de la masonería, la cual fue redactada por el Dr. James Anderson, un clérigo presbiteriano especialista en genealogías.

La narración de esta primera compilación limita más con lo fantasioso y legendario que con lo realmente histórico, pero estructurada con lo que en aquellos días se conocía de lo que podría considerarse historia universal y de los manuscritos masónicos medievales. El problema en ésto radica en que si bien esa forma de presentar históricamente a la masonería es de hace tres siglos, muchos hermanos y personas interesadas en la masonería siguen mostrando nuestra historia de la misma manera, sin considerar la gran cantidad estudios serios que se vienen realizando desde la segunda mitad del siglo XIX y, peor aún, mezclándolos con los tópicos más extravagantes existentes.

Este tema necesita ser tratado con seriedad y liberándolo de todos aquellos aspectos que confunden tanto a algunos hermanos como a personas interesadas en la masonería. Para ello es necesario precisar ciertas que deberían ser parte de la cultura general de todo masón.

La masonería no proviene de los templarios ni viceversa y su única relación con ellos nace con los grados caballerescos que se inventan durante el siglo XVIII; su relación con el rosacrucismo es similar. Así también, no existe relación alguna entre la masonería y el gnosticismo, tanto para el que existió en la antigüedad como para el que surgió en el siglo pasado. Sucede lo mismo con otras organizaciones y grupos que existieron y quienes a veces se le han atribuido el origen de la masonería.

La masonería, como una organización simbólica con un trasfondo similar al actual y de la cual se supone habríamos heredado secretos, símbolos y algún conocimiento místico, no existió en el antiguo Egipto, ni en Sumeria, ni en Fenicia, ni en Israel, ni en Grecia, ni en ningún pueblo de la antigüedad en ninguna parte del mundo. Incluso los collegia artificium romanos, a quienes muchos autores han mencionado como nuestros ancestros directos, habían dejado de existir, especialmente en Bretaña, mucho tiempo antes de la aparición de la grandes catedrales.

Si bien nuestro único vínculo con el pasado son los albañiles ingleses de la edad media, y muchas veces se ha dicho que las primeras logias especulativas habían trabajado antes como operativas, los últimos estudios apuntan a que el origen de nuestra fraternidad se encuentra desligado de todo nexo con alguna institución del pasado, es decir, fue una institución totalmente nueva cuando apareció. Al parecer, algunos gentlemen masons, masones caballeros en español, también conocidos como masones aceptados, crearon en algún momento del siglo XVII grupos con elementos tomados de la albañilería pero sin relación alguna con logias operativas. Ésto puede rastrearse en dos aspectos concretos: primero, en la desconfianza de los masones operativos escoceses de la logia de Edimburgo con la visita del Dr. John Theophilus Desaguliers en 1721 como Gran Maestro de los masones de Londres, y, segundo con el hecho que en Inglaterra existieron logias operativas hasta principios del siglo XX con un sistema organizativo, simbólico, de grados y ceremonial distinto a la masonería que nosotros conocemos.

Advertencia bibliográfica

Se ha escrito mucho en masonería. Existen una gran diversidad de libros y de autores, pero podemos agruparlos en:

-Enciclopedias
-Rituales
-Ceremonias
-Manuales
-Historia
-Biografías
-Antimasonería
-Publicaciones administrativas
-Tomos ilustrados
-Publicaciones periódicas

En cada uno de ellos los dos aspectos previamente mencionados (lo simbólico y lo histórico) han sido plasmados para una difusión masiva del conocimiento y contenido masónico.

Muchos libros masónicos contienen errores de interpretación, históricos, simbólicos, de personas, de nombres, e incluso de lo que significa ser masón, todo ello producto de un circulo vicioso de malas referencias bibliográficas que terminan produciendo documentos con poca veracidad o pobre calidad del contenido. En un proceso documental, se resumiría en datos erróneos que al interactuar entre sí generan información errónea y que al tener utilidad son un conocimiento erróneo.

Sin hacer este trabajo más extenso, publicaciones masónicas de calidad se encuentran principalmente en inglés y en francés, destacando las publicaciones anuales de la logia de investigación Quatuor Coronati No. 2076, de Londrés. En el mundo hispanohablante, las publicaciones de Víctor Guerra García son buenas para conocer la masonería de ritualística de tipo moderna y de Alberto Moreno Moreno sobre la de ritualística de tipo antigua, así como también son publicaciones de calidad las de la editorial Masónica.es.

Conclusión

La masonería es un campo en el cual la diversidad del contenido existente puede generar cierta confusión entre algunos hermanos, así como en personas ajenas y poco entendidas en el tema. Es importante al revisar algún contenido masónico tener una visión crítica y no dejarnos simplemente maravillar por lo que podamos encontrar pues no necesariamente puede ser verdad.

Hno. John Orrego


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