Primer día de diciembre, la Navidad a la vuelta de la esquina y con ella, el consumismo. Todo nos incita a ello. Las grandes superficies, los anuncios televisivos, los catálogos que se acumulan en los buzones. Estamos rodeados de sugestión para consumir, nos crean necesidades que creemos tener que ver saciadas.
Si ya no fueran poco los regalos, la comida extra, y cientos de cosas más en las que gastamos nuestro dinero, desde hace unos años se está poniendo de moda el Calendario de Adviento. La idea en sí me gusta, esa cuenta atrás hacia la Navidad, el ratito en familia que se comparte desvelando la pequeña sorpresa del día. Lo que menos me gusta, es precisamente el consumismo, que una vez más se genera con la excusa de la Navidad. Si habéis investigado un poco por internet y por las tiendas, habréis visto calendarios de todo tipo, desde los más sencillos que incluyen una chuchería o chocolatina, hasta otros que incluyen un pequeño obsequio. Pero también los hay que huyen de todo este mundo material e intentan ser fieles al espíritu de la Navidad.
Y precisamente esa, fue una de las premisas que me impuse al crear nuestro Calendario este año. Nada de cosas materiales, utilizar material que ya tuviese en casa, y que crease "valor". Rebuscando en mi cajón de las manualidades al final fueron rescatadas:
- Un trozo de pasta polimérica (sobrante de realizar los adornos navideños del año pasado)
- Un par de cortadores de plástilina.
- Un carrete de cuerda fina.
- Un rotulador dorado.
- Un rollo de washi tape
Mi primer objetivo de reutilizar material que ya tuviéramos en casa estaba cumplido, me quedaba lo más difícil, encontrar un tema sobre el que elaborarlo. Fue cuando vi a A jugar con las letras en la bañera cuando se me ocurrió. Está obsesionado con ellas, se pasa el día mirándolas, repasando su nombre, el de sus amigos, los nuestros. Así que me pareció que ese debía ser el tema de calendario: una letra por día. Pero ¿y si le añadía algo más? La Navidad no deja de ser una época en la que se tienen los valores más a flor de piel que en cualquier otra. ¿Por qué no entonces ligar cada letra a un valor o emoción sobre la que trabajar ese día?
El resultado ha sido un calendario sencillo, en el que hemos empleado una tarde en familia para elaborarlo. No será el más bonito, ni el más original, pero es el nuestro. Ya hemos ligado recuerdos entorno a él, y seguiremos haciéndolo durante los próximos 24 días. No nos dará nada material, pero sí momentos especiales.
Y una parte de ese calendario también será vuestra, si os apetece acompañarme en Instagram, cada día revelaré la letra y palabra del día, acompañada de una de mis fotos favoritas de este 2017. Os espero.
Aprovecho para dejaros colgada la receta del Bizcocho Vegano que compartí el otro día en el blog de Barcelona Kids, y que parece por vuestros mensajes que está triunfando entre los más peques.
Buen fin de semana.