Llevo unos cuantos días leyendo con tristeza y con algo de indignación decenas de artículos escritos sobre la “actitud” de la afición del Atlético de Madrid en el partido frente al Villarreal, sobre la supuesta división de la afición rojiblanca, sobre el hartazgo de la afición colchonera, sobre el debate aprovechado de manera torticera por algunos para menoscabar nuestra imagen, etc., etc.
Tuve ocasión de ocupar mi localidad en el último partido de liga en casa y desde el segundo uno se vio que algo no iba bien, mejor dicho que nada iba bien y, no solo porque la tarde fuera fría y lluviosa y no acompañase en absoluto sino porque mirases a donde mirases el gesto de los aficionados era de tristeza.
Más allá del resultado, de sus consecuencias y de sus razones el Paseo de los Melancólicos se llenó más que nunca de almas errantes, hasta el cielo de Madrid lloraba cuando los miles de aficionados abandonábamos el que había sido durante meses nuestro inexpugnable fortín. Gran parte de nuestros éxitos se deben a nuestra unión, a la fuerza de esa voz única y firme que anima sin parar desde el minuto uno al final y, por eso aquella noche se tornaba especialmente triste.
Tristeza porque durante días hubo que leer insinuaciones e incluso algo más que insinuaciones en las redes sociales diciendo que todos los aficionados del Atlético de Madrid éramos unos violentos, que nuestra actitud en los estadios a los que acudimos incitaba a la violencia verbal y/o física, que merecemos que nuestro equipo desaparezca, etc., etc.; tristeza porque los accesos a nuestra casa, a nuestro estadio se blindaron y hasta los mensajes de nuestras bufandas eran examinados con lupa; tristeza porque todos nosotros estábamos en el punto de mira….
No quiero volver a hablar de los trágicos sucesos que han motivado los acontecimientos posteriores, pero no quiero olvidar que a aquella cita macabra acudieron gente que nada tiene que ver con “aficionados” a ningún equipo… igual que no pueden llamarse “aficionados” del Barcelona aquellos que apuñalaron a hinchas del PSG hace unos pocos días… suceso, por el que por cierto, la tan denostada prensa deportiva ha pasado de puntillas…
Volvamos al Calderón… para mi este estadio siempre ha sido un punto de alegría, incluso en los peores momentos, incluso cuando estábamos defenestrados y casi olvidados en la segunda división, el Calderón siempre ha sido un punto de encuentro, un lugar de alegría e ilusión, un espacio donde los niños y las familias reían y animaban sin parar.
Ese ha sido nuestro estadio, ese ha sido el lugar de acogimiento de la gran familia rojiblanca y eso es lo que debe seguir siendo.
Nuestra afición refleja eso: ilusión, lucha, animo incansable, pero, sobre todo, fidelidad a un equipo, a unos colores y a un sentimiento y, no podemos consentir que más de un siglo de historia se pueda perder por los calificativos de unos pocos, demostremos como somos realmente, demostremos que no somos como nos etiquetan, volvamos a dar la lección que ya hemos dado muchas veces de que somos la mejor afición del mundo y, sobre todo, de que somos una afición unida. Demostremos que por encima de todo y, de todos, somos coraje y corazón y, gritemos todos juntos y bien fuerte
Quiero dedicar este post a todos aquellos que durante estos meses me han leído, a Mari por prestarme este espacio en este magnífico blog, pero muy especialmente a los amigos de la Peña Atlética de Boadilla del Monte en Madrid, una peña donde niños y menos niños animan de manera incansable a nuestro querido Atleti.
Y, por supuesto, a mi querido y fiel colchonero Fernando cuyos ánimos llegan hasta la ribera del Manzanares a pesar de los cientos de kilómetros de distancia que nos separan.
Ellos, al igual que otros muchos, son un reflejo de esta grandísima afición y ellos como todos gritan al unísono y con fuerza “que viva mi Atleti…” - piopialo
@sdelavargaglez
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure