El continente africano sangra por los cuatro costados. Sigue a la cabeza de la miseria y del olvido. De las guerras y de las expoliaciones. Del hambre y de la muerte.
La escasez de lluvias, con cosechas mínimas, ha provocado la falta de alimentos y la subida de sus precios. Lo que se ha convertido en una situación de hambruna que afecta fundamentalmente a los más débiles, los enfermos, las mujeres embarazadas y los niños.
Hoy, en el Sahel, más de un millón de niños reciben tratamiento en los centros de alimentación para la desnutrición aguda. La situación de países como Níger, Malí, Mauritania, Chad y Burkina Faso es desesperante. Se teme que a partir del mes que viene, se agudice la falta de alimentos y que unos seis millones de familia hayan agotado su reservas y no tengan qué comer.