África o el deleite de lo competitivo ( 3 min.)
Juan B. Lorenzo de Membiela
Fue en el Foro Económico Mundial de Davos, el 26 de enero de 2013, en donde el presidente del Banco Mundial (BM) , Jim Yong Kim, anunció el crecimiento que los países de África están experimentando desde 2008. Para el año 2014, predijo un crecimiento de un 5,5% de media y un 5,2% para 2015, porcentajes muy elocuentes para una zona euro estancada.
Las inversiones e infraestructuras en el año 2000 alcanzaron un 16% , incrementándose al 22% en el año 2012 (« Agencia EFE » de 26 de enero). Además, el BM y Naciones Unidas (ONU) destinarán al Congo 1.000 millones de dólares adicionales para energía, caminos, agricultura, comercio transfronterizo, salud y empleo. Por ello ha promovido la firma de un tratado de paz entre 11 naciones involucradas en guerras tribales desde hace décadas. Trata el BM de estabilizar la zona para crear una época de paz y prosperidad. Durante el periodo 2005-2010 el número de personas sumidas en la pobreza se redujo un 14% (Comunicado del BM de 24 de mayo).
Shanta Devarajan, economista jefe del BM para África, declaró que: «El crecimiento está reduciendo la pobreza en África, pero no lo suficiente (…) ». El problema más importante en la elaboración de políticas para África es « cómo aparejar el crecimiento económico con la reducción de la pobreza en un continente en el que cerca del 50 por ciento de las personas viven con 1,25 dólares diarios ».
El crecimiento experimentado, según The Economist, es debido a una alta demanda externa de recursos naturales, al incremento de la « urbanización y consumo », al aumento de la fuerza de trabajo y a socios comerciales que han invertido en el continente. Pero carece de personal cualificado, propio, para atender necesidades básicas y estratégicas debido a unas tasas mínimas de alfabetización.
A esta problemática se refería Shanta Devarajan, del BM, cuando invitaba a instituciones educativas de negocios o expertos en gestión a preparar a jóvenes africanos emprendedores. De hecho, varias instituciones internacionales han instalado ya sucursales en el continente (« Africa.com » de 30 de junio).
Aunque el dilema de los dirigentes africanos es más complejo que una simple opción por crecer o no crecer. Se trata de introducir cambios estructurales de calado en sociedades en vías desarrollo o subdesarrolladas y mitigar el impacto ambiental de los recursos que se utilizan o las actividades económicas que se llevan a cabo. Es decir, aplicar lo sostenible, véase el informe « La transformación estructural y el desarrollo sostenible en África» publicado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en 2012.
Pero además, la corrupción es generalizada, y por ello, la pervivencia de instituciones extractivas, selectivas y excluyentes, que persiguen la riqueza como propia. Si las instituciones no cambian por otras inclusivas, para toda la sociedad, toda inversión no significará otra cosa que negocios lucrativamente rentables para pocos permitiendo hambrunas y ruina para muchos. Véase a este respecto el análisis formulado por Acemoglu y Robinson, en su estudio « Por qué fracasan los países » (2012:99, 161, 163,192) .
Tanto China como Brasil son países cuyo potencial económico está siendo dirigido hacia África: no existirá mano de obra más económica, ni competitividad más agresiva. Contra ellas, solamente la involución de los derechos sociales de occidente podrá hacerlas frente y ello, en parte. O bien, la innovación, países de conocimiento, junto a otros manufactureros, países subsaharianos. Todo un dilema ético que planea sobre el arcano de la supervivencia.
El interés por África ha motivado el viaje del presidente Obama de EEUU (26 de junio-3 de julio), junto a una importante delegación de empresarios. Ha visitado Tanzania, Sudáfrica y Senegal. Se pretende recobrar un tiempo perdido frente a otros inversores más proactivos (China y Brasil) cuyo comercio , por ahora, es más palpable que el norteamericano.
Durante el periodo 2012-2015, China concederá a países africanos préstamos por valor de 20.000mll. de dólares ( 16.273 mll de €) para ser invertidos en infraestructura y servicios, según declaró en julio de 2012, Hu Jintao, en Pekín, en la 5ª conferencia ministerial del Foro de Cooperación China-África al que asistió el presidente de Suráfrica, Jacob Zuma y el primer ministro de Kenia, Raila Odinga ( diario « ABC » , de 19 de julio de 2012).
El comercio entre China y África ascendió en 2011 a 166.300 mll. dólares, 16 veces más que en 2000. La inversión directa de China alcanzó a finales de 2011, los 14.700 mll de dólares, un 60% más que en 2009. En 2011 ya se encontraban operativas 2.000 empresas en toda África.
El continente suministra a China, petróleo, gas natural, minerales y madera. Pero también 85 mll. de empleos potenciales con salarios paupérrimos, en todo caso, menos lucrativos que los dados en China.
Según el Banco Mundial, la productividad en las empresas etíopes « bien gestionadas » es similar a la china y la vietnamita. Sin embargo, pagan una cuarta parte de los sueldos chinos y la mitad que los vietnamitas (Diario « El Mundo » de 5 de mayo de 2012) .¿Y España?
En Madrid se celebró en La Casa de África, el 3 de junio de 2013, una jornada informativa organizada por el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) sobre las posibilidades empresariales en el áfrica occidental o subsahariana, concretamente en los países de Angola, Ghana, Costa de Marfil, Liberia y Sierra Leona.
Pero no es posible hablar de África sin referirse al Sahara, tema espinoso y mal gestionado, quizás un segundo Gibraltar en nuestra historia. Con riquezas petrolíferas estratégicamente decisivas.
Como también, la pérdida de la provincia española de Guinea Ecuatorial, independizada en 12 de octubre de 1968, hoy, un foco de riqueza petrolífera referente en el mundo.La creación de Foros de colaboración entre España y países emergentes se impone como prioritaria para un presente critico y para un mañana prometedor. Sin olvidar, y de nuevo lo digo, que Filipinas, es una asignatura pendiente , estratégicamente importante en un Asia próspero.
Los tiempos han hecho que España se enfrente a su atávica realidad. Un país sumido en rivalidades tribales, domesticas, que se pliega hacia sí mismo en una continua y destructiva involución espiritual como nación.
Que no es capaz de tomar el pulso a los nuevos tiempos como no supo hacerlo en el pasado. De su perenne pubertad, se mantienen las bonitas historias de los Austrias como consuelo de lo inepto, sin saber que el centralismo, de un imperio fragmentado, fue introducido por SMC Felipe V.
¿Podrá España participar en África? ¿Podrán los empresarios invertir con las garantías que ofrece ser nacional de un país solvente?
A lo mejor, aumentando nuestra presencia en el mundo se recupere el concepto de nación tan erosionado ya por tanto provincialismo.
La política es el arte de lo posible, como dijo Bismark. El arte de lo posible es sinónimo de la aptitud para salvaguardar el ámbito de la política frente a los excesos de lo imposible (Sloterdijk, 2006: 13) .
Hagamos posible un cambio ante el mundo.