(JCR)
Me perdonarán ustedes, pero la vida en África no está tejida sólo de conflictos, dictaduras y enfermedades. Hoy quisiera hablar de una actividad que siempre me han llamado poderosamente la atención: cuando uno viaja por cualquier país de África, una de las cosas que llaman más la atención es la cantidad de peluquerías que uno se encuentra por todas partes, incluso en los rincones más perdidos de barrios pobres.
Durante el año que viví en Goma (R D Congo), me llamó la atención que arreglarse el pelo con extensiones o con trenzas podía costar, en un lugar no muy caro, unos 40 dólares, que no es una cantidad pequeña para un lugar donde la mayor parte de la gente vive con apenas dos dólares al día. Y en Libreville, donde vivo desde abril de este año, rara es la mujer que no luce extensiones o peluca, y de las formas más variopintas y colores más atrevidos que uno pueda imaginarse.
Aunque estamos ante un sector basado sobre todo en la economía informal, todo lo que tiene que ver con la peluquería en África se ha convertido en un sector de negocios que mueve miles de millones de dólares al año y que ha atraído a grandes empresas como L'Oreal y Unilever. La primera ha desarrollado sus productos “Dark and Lovely” que uno encuentra en cualquier rincón de África, y sobre la que mi señora esposa podría hablar durante horas. La firma de investigación de mercados Euromonitor International calculó que el año pasado se vendieron champús y lociones para el pelo por valor de mil millones de dólares sólo en Suráfrica, Nigeria y Camerún. Y esto no incluye el otro mercado de extensiones y pelucas, que suelen estar hechas de fibras sintéticas o incluso de pelo natural y que suelen estar hechas en India o en China.
Pero no son solo las grandes empresas las que ganan dinero con este negocio. La peluquería es un sector del que dependen millones de mujeres en África para ganarse la vida. Muchas veces, debido a las circunstancias, las peluqueras tienen que adaptarse. Por ejemplo, en muchas ciudades del Norte de Nigeria, incluso en la capital Abuya, este negocio empezó a perder clientes a principios de este año porque muchas mujeres que antes pasaban sus buenas horas en la peluquería empezaron a evitar los lugares públicos por miedo a los ataques de los islamistas de Boko Haram. Debido a esto, se han multiplicado los servicios a domicilio.
En general, las mujeres africanas dan una enorme importancia a arreglarse el pelo, una práctica detrás de la cual hay muchos factores culturales y un orgullo de la propia identidad, como encontramos en una reciente nóvela de éxito: “Americanah”, de la nigeriana Chamanda Ngozi, traducida al español -cuya lectura les recomiendo vivamente- y que gira en torno a este tema. Muchas mujeres africanas confiesan que si no cambian de estilo y siguen con el mismo peinado durante varias semanas ellas mismas se cansan de tener siempre el mismo aspecto. Los estilos de rizado, pelo más o menos liso, y combinaciones de colores desafían la imaginación de cualquiera. Lucir los peinados más atrevidos es una tendencia que ha crecido a pasos de gigante durante los últimos diez años en África subsahariana, pero sobre todo en los países de África Occidental. Y esto alcanza también a los mercados europeos. Basta darse una vuelta por cualquier barrio europeo con un número significativo de inmigrantes de África para ver cómo se multiplican las peluquerías afro con los últimos modelos. En Madrid, por ejemplo, uno las encuentra en el barrio de Lavapiés, o en localidades como Coslada, Parla o Móstoles.
Las extensiones y pelucas se fabrican, sobre todo en India y China, y como un puede imaginar las más caras son las hechas de pelo natural, que duran mucho más y no se secan fácilmente. En India existe una cultura de lo que podíamos llamar la “recogida de pelo”, sobre todo en templos hindúes. Las mechas, una vez lavadas, se envían a empresas de China, que las comercializan en todo el mundo. Podemos asegurar que este sector seguirá creciendo durante los años venideros. En Libreville, donde vivo, es difícil ver a una mujer que sale a la calle con su pelo natural simplemente peinado. Y cada vez más los hombres usan también estos productos, extensiones incluidas. En Libreville, como prácticamente en toda África, el tener un buen aspecto de belleza se ha convertido en una necesidad básica. En torno a ella crece esta industria cosmética que emplea a millones de personas y mueve enormes cantidades de dinero.