Revista África

África y España: encuentros (virtuales) en la tercera fase

Por En Clave De África

(AE)
Recuerdo perfectamente un discurso grabado del dictador zaireño Mobutu Sese Seko quien, con ocasión del anuncio oficial de la apertura a un sistema multipartidista, interrumpió inesperadamente su alocución. Después de unos tensos momentos de silencio y todavía con un tono África y España: encuentros (virtuales) en la tercera faseafectado, pudo el presidente recomponerse anímicamente y decir con un compungido hilo de voz “por favor, comprended mi emoción”. El auditorio en el que pronunciaba ese discurso rompió en un aplauso arrollador, reconociendo el magnánimo gesto de un líder que abría la posibilidad a una democracia participativa.

El gesto podría haber pasado desapercibido si no fuera porque fue toda una deliberada mentira, un acto de teatralidad bien estudiado para dar una cara más humana al dictador, al cual – huelga decirlo – nunca se le pasó por la cabeza aceptar de verdad el juego democrático ni tolerar las libertades y mucho menos dejar que cualquiera lo alejara del trono en el cual estaba bien asentado desde 1965 hasta que una rebelión militar le dio puerta definitivamente en 1996.

Me acordaba de esta teatralidad y de esta hipocresía cuando hace un par de semanas oía a un prominente gobernante español hablando delante de la pasada cumbre de la Unión Africana. “Que cuenten como España como socio para el crecimiento de África” dijo literalmente Rajoy... ahí eché yo de menos el numerito de Mobutu: sacar el pañuelo, domeñar las arcadas de la congoja, secarse las lágrimas y exclamar desgarradoramente delante del auditorio “por favor, comprended mi emoción”. El mismo gobierno que ha hecho el recorte de ayuda al desarrollo más grande de la democracia se hace ahora adalid del crecimiento de África... pues será por el número de misioneros que exporta, en lo que España sigue siendo una potencia, porque en el resto, cooperantes, médicos y profesionales otras oenegés... el zarpazo ha sido tan gordo que casi todas las agencias humanitarias y de desarrollo en el África subsahariana se han quedado chorreando, cortando programas y clausurando proyectos que ya no verán continuación en un futuro próximo.

La verdad es que nunca pensé que llegaría a tanto la desfachatez de un gobierno que tiene gestos tan incongruentes... aunque claro, luego se entiende todo: estaba en juego el dichoso sillón en el Consejo de Seguridad de la ONU para el bienio 2015-2016 y ahí hay que ganarse todos los votos posibles, incluso si es necesario diciendo mentiras o pelando la pava con Obiang y con el sursum corda si es necesario. Este evento me da pie hoy para reflexionar acerca de la inexistente diplomacia española en África. Digo inexistente no porque no haya embajadas y consulados, que los hay, sino porque como estrategia internacional simplemente no existe. Mi compañero de blog me contaba hace muchos años cómo se las veía y se las deseaba para convencer al embajador español en Nairobi que se acercara para ver de primera mano la situación del norte de Uganda, arrasado por la guerrilla del LRA. Cuando diplomáticos de otros países con perfil mucho más bajo que España se habían ya pateado la zona, habían visitado repetidas veces campos de refugiados y habían oído personalmente de las bocas de las víctimas las atrocidades que habían tenido lugar en esta región, los diplomáticos españoles (oído directamente por quien escribe) se quejaban de que “organizar un viaje al norte de Uganda no era tan fácil como lo veía D. José Carlos”. Debe ser que están todavía discutiendo los detalles con la agencia de viajes porque hasta el día de hoy, que yo sepa ninguno, de ellos ha aparecido por aquí ( y qué contento estaría de estar equivocado) Eso sí, si lo hicieran ahora sería más bien para hacer turismo porque la guerrilla del LRA fue expulsada de esta región en el 2006.

Hecha esta crítica diría que bastante justificada a la diplomacia y a la no existente estrategia africana de la política exterior española, sería de verdad deshonesto no mencionar aquí a aquellos diplomáticos que, debido a sus cualidades personales, han sabido compensar con carisma, cariño y dedicación lo que le ha faltado a la diplomacia como visión estratégica en este continente. Muchos de sus nombres están en el corazón de montones de españoles que están o han estado en África: misioneros, cooperantes, gente de negocios, etc... que se han visto apoyados en todo momento y se han sentido arropados por sus diplomáticos. Vuelvo a repetir que si estas personas brillan con luz propia no es por el gran apoyo que hayan recibido del gobierno sino por el bien hacer y la carne que ellos supieron poner en el asador de su puesto.

Como colofón, déjenme que les mencione con gran envidia dos gestos recientes de la diplomacia internacional que posiblemente nunca verán en la diplomacia española:

El primero sería el caso de Meriam Ibrahim, la mujer sudanesa condenada a muerte por el régimen de Jartúm acusada de apostasía. Cuando el gobierno sudanés por fin permitió su salida de la embajada norteamericana, el gobierno italiano con el embajador al frente se encargaron de fletar un avión oficial para sacar a la mujer del país. Ni que decir tiene que ni Meriam ni su marido ni sus hijos son italianos. Era una cuestión de principios que para unos países son evidentes y para otros no lo son.

Segundo botón de muestra: ante el vergonzoso acoso al que se ven sometidos los cristianos de Mosul y de otras zonas de Irak a manos del yihadista ISIS, la laicísima Francia ofrece asilo en suelo galo a estos miles de personas. Ni me quiero imaginar cuál sería la reacción en España si a nuestro gobierno se le ocurriera hacer algo por el estilo. Veo ya a las redes sociales echando humo, los grupos laicistas protestando, el ejecutivo puesto en la picota por meapilas y retrógrado... o sea un escenario por el que a priori no hay que preocuparse porque no caerá la breva de que un día se materialice.

Moraleja del asunto: ojalá que la “marca España” tuviera menos chorizos y más huevos.


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