No había oído hablar de la primera novela de la autora danesa Anne Cathrine Bomann, “Agathe”, antes de encontrarla en la Biblioteca Municipal de Cocentaina. SINOPSIS: Las afueras de París, 1948. Un psiquiatra de setenta y un años, a punto de jubilarse, se dispone a recibir las últimas visitas que le ha concertado Madame Surrugue, su fiel secretaria durante más de tres décadas. El anciano ha llevado una existencia metódica, rutinaria y aislada, sin abandonar nunca la casa de su infancia. Ha estado siempre tan encerrado en sí mismo que ni siquiera sabe nada de la vida privada de su secretaria, tras años y años viéndola todos los días laborables. También evita cualquier complicidad con sus vecinos, a los que elude, y por supuesto con sus pacientes, cuyos problemas matrimoniales le aburren tanto que, últimamente, mientras los escucha dibuja pajarillos en lugar de tomar notas.Entre las últimas visitas, sin embargo, la fiel secretaria ha añadido una no programada: la de una mujer alemana llamada Agathe, con problemas psiquiátricos previos y una vida envuelta en misterio. La cita desestabilizará el ordenado mundo del viejo psiquiatra. El soplo de lo imprevisible se colará en su vida y lo cambiará para siempre, si es que todavía está a tiempo de cambiar.La estructura narrativa de “Agathe” es muy sencilla, en claro e irónico contraste con la complejidad de la novela misma. Desde el principio, hay algo muy encantador y entrañable en esta historia. La trayectoria del argumento se cuenta desde la perspectiva de un psiquiatra.Contada en cautivadores destellos de los últimos meses del psiquiatra en su papel, Bomann, logra desnudar a su personaje principal revelando sus vulnerabilidades y proporcionándole los ladrillos para construir su propio futuro, la ironía de los paralelismos que Bomann está haciendo entre el psiquiatra y sus pacientes, no se me escapó.El foco de la novela se sitúa en la relación terapéutica que se establece entre el psiquiatra y Agatha. La paradoja de esta maravillosa novela estriba en que es la paciente quien parece que ira curando a su terapeuta de su inmensa soledad y triste vida. Hacia el final del libro se produce una revelación que explicará mucho de los síntomas que presenta la protagonista. Pero junto a esa revelación se irá produciendo sesión a sesión el desnudamiento psicológico no solo del que esta tratado, sino fundamentalmente del que trata.Y así se inicia una historia de corte intimista donde saldrá a la luz todos aquellos temores que puede arrollar a un ser humano, sus temas cuidadosamente juzgados de la soledad, el miedo, la invisibilidad de la vejez, la búsqueda de significado y el deleite en conexiones inesperadas y el autoconocimiento han tocado una fibra sensible en palabras de los propios protagonistas. El anhelo de la felicidad inalcanzable desde una perspectiva muy peculiar y, como todas las obras de ficción, explora el significado de la experiencia y el secreto de la vida; pero también aquellas características que conforman nuestra manera de proceder como son el egoísmo o la empatía.Si todo esto parece una premisa sombría, demuestra lo contrario en manos de Anne Cathrine Bomann, cuya primera novela es encantadora, divertida y llena de perspicacia.Este delicioso debut ciertamente encaja a la perfección y enseña al lector mucho sobre la vida en su proceso. La escritora tiene el toque ligero necesario para este tipo de lecciones. Nada laborioso, ni siquiera el difícil pasado de Agatha.Breve pero satisfactoria, la novela se publicó en Dinamarca hace dos años y llega aquí en una traducción de Caroline Waight como un tributo al poder de la prosa sobria y cuidadosamente sopesada para sacar a un personaje de la página y llevarlo a una vida lúgubre.Es una obra conmovedora discreta pero impactante. La narrativa se mueve fácilmente con una trama que carece de acción real pero está cargada de emoción real. No es un tirón de páginas, pero es motivo de reflexión y concluye de manera algo abierta con una calidez casual tanto para los personajes como para el lector.La autora danesa escribe con perspicacia penetrante y ternura inesperada; creando una lectura fascinante, reflexiva y sincera. Plantea temas como la soledad, las relaciones humanas y el aislamiento. Tenemos también reflexiones acerca de los achaques físicos y la vejez, los traumas, la perdida y el sentido de la vida.Es una novela que a pesar de su aparente ligereza, condesa una historia profunda y reflexiva narrada de forma hábil y con estilo diáfano y sereno.Un aspecto que me llamo la atención y me decepcionó del libro fue la falta de ambientación. En la propaganda del libro dice que está ambientado en París durante la década de 1940, pero esto no se ve en absoluto en el desarrollo de la prosa. En consecuencia, hay muy poca atmósfera dentro de la trama.Hay un elemento moral en juego en la historia, la escritora danesa, se ha centrado en las formas para mostrárnoslas.Suavemente, con gran elegancia, sin dramas ni ampulosas disquisiciones, el encuentro con el doctor sus tonos sonoros pero ásperos capturados la elegancia desgastada en cada expresión mesurada de pesar, incertidumbre y desesperación de su personaje y finalmente esperanza. Sus puntos de vista sobre la vejez son francos y refrescantes. Y Agatha, irá dibujando a una mujer frágil, delicada, que no sabe cómo vivir y fluctúa entra la pesadumbre y la euforia más desquiciante, plasma una realidad que no es ajena. Esa realidad de incomunicación, soledad, incertidumbre, traumas viejos y nuevos… todo aquello que rodea al ser humano. Esa realidad se ha hecho más patente en estos tiempos actuales y app de encuentros fríos y frustrantes de zozobra y desazón.Estos son personajes creíbles dentro de una historia bellamente contada de las profundidades internas de la humanidad.Otros pacientes son personajes secundarios convincentes: el narcisista que convierte cada problema menor en un drama, el hombre afligido con neurosis compulsiva, al igual que la conmovedora situación doméstica de Madame Surrugue, que nuevamente muestra el lado oculto y más amable de nuestro narrador. Sin embargo, todos esos se tratan de manera fugaz en un libro breve que se centra en el caso principal de Agatha.Reconozco, me hubiera gustado conocer mejor a sus dos personajes principales y quitarme esa sensación de que algo más debe haber en el estilo de vida de este hombre y en lo que ha llevado a Agatha a su estado mental. La sociedad, la necesidad del otro, la importancia de que alguien te diga que algo estás haciendo mal o bien, los miedos que paran y la empatía con los demás. Una pequeña colección de vivencias que se suceden en una imparable cuenta atrás… o quizás hacia adelante.En resumen, “Agathe” es un libro que se lee con ganas, que gana en intensidad y agrado, una estructura bien compactada que hace de la lectura una auténtica delicia.Si la primera novela de esta escritora danesa tiene esta calidad y calidez estéticas, hay que suponer que tendré que esperar la segunda sin que pase mucho tiempo.