Mariano Rajoy se ha ganado unos poderosos enemigos en los medios de comunicación madrileños, acostumbrados a que las primeras declaraciones de cualquier presidente de Gobierno fueran para ellos, y no distribuidas a todos los medios a través de una agencia informativa como EFE.
La irritación de periódicos como El País o El Mundo se debe a que querían la exclusiva para uno de ellos, como era tradicional, aunque después se enfrentaran encelados, y no para EFE, empresa controlada por el Patrimonio del Estado.
Su nombre nace en la guerra Civil de la fusión de las agencias informativas españolas, Fabra, Febus y Faro, que por coincidencia tenían la F de Falange y de Franco.
Durante la mayor parte del franquismo fue el único medio que facilitaba noticias a la prensa censurada de entonces, pero en el tardofranquismo, con directores como Carlos Mendo y Alejandro Armesto, comenzó a tomarse notables libertades para informar entre líneas, además de extenderse por el mundo.
En el posfranquismo y en libertad mejoró espectacularmente hasta competir con los grandes medios extranjeros y convertirse en la cuarta agencia mundial, tras las privadas anglosajonas Reuters y AP, y la estatal France Presse.
Todas tratan de dar información neutra, pero con la visión propia de sus países de origen, algo importante para España porque EFE presenta, sobre todo en Latinoamérica, un enfoque de los hechos español e iberoamericano.
Como los presidentes y directores generales son elegidos por cada gobierno, el actual, Alex Grijelmo, nombrado por el zapaterismo, y que fue incapaz de imponerle su doctrina a los profesionales formados en la neutralidad, quiso venderse a Rajoy preguntándole sobre si Pere Navarro iba a seguir como director general de Tráfico.
Transfuguismo: en EFE dicen que investigaba si iba a confirmarlo al frente de la Agencia.
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