Otro ingrediente negativo se adhiere a esa forma de pensar, ser consecuentes con esa ilusión revolucionaria requeriría lograr el objetivo de ganar por eliminación del enemigo, única forma de implantar un paraíso. Un paraíso que aquí y ahora, está muy alejado de la realidad, además resta fuerzas que podrían ser valiosas destinadas para conseguir cambios necesarios a corto plazo en las vidas de millones de personas, cambios que seguro no serán los soñados por algunos, pero podrían mejorar las condiciones de vida y trabajo de amplísimas mayorías de población. Además realmente esos activistas y su contribución es necesaria para desatascar la situación de caída, ya que los partidos tradicionales de izquierda se encuentran agotados en la tarea de abrir caminos de progreso y defender la democracia dominada por demasiados poderes decisorios no elegidos. Pretender la derrota total de los otros es perder esfuerzos En la sociedad que vivimos es IMPOSIBLE que una opción política, ideológica o religiosa, arrase al resto, en la calle o en unas elecciones, no conseguirá anular o destruir totalmente a los otros. Este aserto, cuanto antes se meta en la mollera de todos, antes podremos vivir mejor, -la salida a la tremenda crisis política, económica e institucional que tenemos planteada será imposible sin entenderlo- todos, ganadores y perdedores, cuanto antes se convenzan de que no se puede aniquilar al contrario, antes podremos vivir con nuestras gentes y encontrar salidas concretas. Ni siquiera una guerra civil o de exterminio, consigue eliminar a los otros, nunca, en ninguna parte, entre otras razones porque dada una situación de partida, si aumenta la presión, aumentará la resistencia aumentado y diversificando los problemas, así que esperar a tener derrotado al enemigo para resolver los problemas de hoy, es un error. En las elecciones una mayoría absoluta puede lograrse con un tercio de los votos, -ni siquiera se gana por mitades- por tanto un tercio podrá gobernar lícitamente, pero nunca debería olvidar que siempre, por muchos votos que obtenga sea cual sea la fuerza política que lo consiga, siempre tendrá enfrente a otros dos tercios de personas, en muchas ocasiones con diferentes intereses a los ganadores e ideas y criterios distintos. En otras ocasiones y durante el mero transcurso del tiempo, los intereses, ideas y criterios de ganadores y perdedores se irán mezclando transversalmente, buscando los puntos de salidas posibles, comunes, aceptadas.
Así que, cualquier equipo de gobierno o dirección política, partido grande o grupúsculo, debe entender que las fuerzas que le siguen nunca son mayores que las que tendrá enfrente, debe saber que intentar aplastar al resto y gobernar contra la mayoría del pueblo, no tendrá resultados positivos.