Revista Salud y Bienestar

Agnódice: la primera ginecólogo

Por Jas
Agnódice: la primera ginecólogo

En el primer tomo de este libro, en el capítulo "El día de la mujer médica", tuvimos ocasión de hablar de Elizabeth Blackwell, la norteamericana que constituyó una referencia, en tanto en cuanto fue la primera mujer que estudió y ejerció la Medicina, en el mundo moderno (siglo XIX), tal y como hoy lo conocemos. 

En los primeros capítulos del segundo tomo, también abordamos la biografía de Dolors Aleu, la catalana que consiguió lo propio, aunque a una escala más local, ya que fue la primera mujer que estudió y ejerció la Medicina aquí, en nuestro país (siglo XIX). 

Hoy quiero remontarme en la historia y en el tiempo, para hablaros de Agnódice, la primera médica y ginecóloga, de la antigüedad. Nacida en el seno de una familia de Aristócratas atenienses, pronto manifestaría su deseo de aprender y poder ayudar a las parturientas, aunque la vocación le sería vedada, por la prohibición establecida, para las mujeres, de ejercer la medicina.  

A pesar de que se les había permitido anteriormente, en la época de Hipócrates, tras el fallecimiento del sabio de Cos, los líderes de Atenas descubrieron que las mujeres realizaban abortos, por lo que decidieron castigar con la pena capital a las mujeres que ejercieran la Medicina.​

Ni tonta ni perezosa, Agnódice decidió vestirse de hombre, cortarse el pelo y dirigirse a Alejandría, para estudiar en la escuela de Herófilo, en la que acabaría alcanzando sus metas. 

Durante su ejercicio profesional Agnódice consiguió tantos éxitos como enemigos: sus colegas la denunciaron ante el Aerópago "por seducir a sus pacientes, incluso abusar sexualmente de algunas", no quedándole a la acusada más remedio que el de revelar su sexo, corriendo el riesgo de ser condenada a muerte. 

Las esposas de importantes magistrados Atenienses hubieron de salir en su defensa, en lo que Higino, en sus Fábulas, refirió como una de las primeras revueltas de las mujeres, de la historia, por cuanto ella resultaría absuelta y corregida aquella legislación restrictiva. 

En Roma, las mujeres fueron aceptadas como médicas, logrando alcanzar, algunas, altas cotas de prestigio.


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