Foto CSPeinado. Cómo se echa de menos...
No ha mucho tiempo, en un pretérito tan cercano que a tiro de piedra puede rebotar abriéndonos la cabeza, algún meteorologucho gabacho, de esos que intentan hacerse los graciosos sin gozar, ni de lejos, de tan adusta carácteristica tan ajena a nuestros vecinos del norte, pretendía hacerse notar, o acaso fastidiar nuestra economía turística, asegurando que el verano de éste año sería visto y no visto, rápido, gélido y no-se-cuantas-cosas-más que nos hacía preveer que pasaríamos del jersey al bañador y de éste a aquel a la velocidad del rayo y con la contundencia del trueno. Al principio así parecía ser. Allá por la última semana de junio, entre Eolo y su par de la lluvia nos hacía dormir con alguna manta, edredón y colcha. A principios de Julio el tercio de varas cambió las tornas y nos hizo pasar de un pseudo invierno atrasado a un verano contundente, caluroso, seco y donde el sudor sustituía al frío ambientar y nos empezaba a acumular la testiculina en pos de un Estío bien jodido.
De Jaén ni Pollas.
Y es que el Santo Reino, es un agujero donde el verano se estanca a lo largo y ancho del Valle del Guadalquivir que lo divide cómo Barranco de oeste a este... Una ensenada que convierte a la antigua provincia marítima, sí, marítima, ya os contaré en otro post, en una olla a presión que riase usted de una bombona en medio de una fogata. Aquí el calor tarda en llegar, pero cuando lo hace, cuando se aviene, cuando te trinca con sus tentáculos de calor, de sudores, de emanaciones estertóreas de nauseabundos olores provocadas por la incesante acción de las temperaturas sobre las más variadas materias, no hay vuelta atrás. O se coje el verano por los cuernos, se le obliga a tumbar cabeza con Aire Acondicionado, Cerveza helada y sombra a tutiplén, o te conviertes en una suerte de zombi amebónico cuyo único pensamiento, merced a la única neurona sana, no afecta del extenuante calor es terminar de todo lo que estés haciendo para tumbarte al fresco.
Aún así, a los que tenemos la suerte, relativa, pero suerte al fin y al cabo, de poder conservar nuestro trabajo y ejercerlo sin opción a jornada intensiva, el calor es un compañero ineludible en todo el periplo del odioso mes de Julio en que nos encontramos enfangados. Un calor propio de éste "Paraiso Interior" en que el Infoca y los retenes son héroes a tiempo completo durante la época de máximo riesgo de incendios forestales. Incendios que pueden afectar a cualquiera de los cuatro espacios naturales que poseemos o de la ingente capa forestal que cubre muy amplias zonas de la provincia y que, cómo con todo, son producto de la imbecilidad de nuestros turistas, mediando barbacoa o agricultores, mediando barbechos. Calor inherente a ésta provincia de carácter continental en la que nos quieren hacer creer que tenemos clima mediterráneo cuando lo más parecido que hemos visto es el pinar de repoblación, tan carácteristico en la costa andaluza.
Mala mezcla.
Calor, polvo y tábarros. Tan grandes que según los viejos del lugar o lugares, que para ello sómos exagerados de cojones, podrían matar a un borrico, ya no sabemos si de la picadura o directamente de un directo torniscón reventándole la quijada. En mi caso creo que son ladrones camuflados, pues mientras te chupan la sangre te chirlan la cartera y cómo en todo en éste verano agobiante, son carácteristica de algunas de las zonas de éste paraiso del socavón y la temperatura elevada en las que la Junta sigue haciendo oidos sordos al saneamiento y la regulación de explotaciones ganaderas. El verano será breve en suma, o no, sea cómo fuere, el calor es el mismo de cada año. Más viejo si cabe y cómo se suele aseverar por aquí, más pellejo, de suerte que lo que no sabe por viejo lo sabe por Diablo. Te atrapa, te rodea y te exprime lo mismo que un limón. Mala mezcla tener calor y ponerse al sol, pues aunque estés a la sombra a reventar quedamos...