EN MUCHOS CASOS , ES MÁS FÁCIL QUERER A LA HUMANIDAD QUE A TU VECINO. D. Baird
El Sol saldrá a las 5,55h. y se pondrá a las 18,02h.
Suele ser habitual que muchas veces al terminar nuestros quehaceres pensemos “esto no puede seguir así, me estoy matando”. Llegamos a casa y, tras una ducha reconfortante y un sueño reparador, al día siguiente volvamos a saltar de la cama con el cronómetro en la mano, a seguir corriendo la misma carrera que nos agotó el día anterior. Somos así hasta que un día ya dejamos de dormir bien y a la mañana siguiente el cuerpo comienza a decirnos que ya basta. Y, a pesar de todo, seguimos porque tenemos asimilada gran capacidad de resistencia, y además llega el fin de semana o las vacaciones están próximas.
Para entonces estaremos agotados y nuestras capacidades físicas y mentales estarán mermadas. Tendremos gastada nuestra resistencia emocional y nos mostraremos irritables, al tiempo que echamos la culpa de nuestras desgracias a terceras personas. Si para ese momento no hemos sabido parar, nos encontraremos frustrados, insatisfechos y uniremos el cinismo a nuestras negligencias, al tiempo que dejaremos la mirada perdida en el espacio, sin ser capaces de centrarnos en nuestro trabajo.
Cuanto antes detengamos el cuentakilómetros y seamos capaces de reconocer que los demás no nos tienen manía, que gritamos sin causas lógicas o que buscamos otros mecanismos de evasión que antes no nos interesaban, antes estaremos poniendo solución a nuestro despropósito. Será bueno que busquemos ayuda y que seamos más flexibles en nuestras tareas. Digámonos que no somos imprescindibles y aprendamos que nadie nos puede obligar a hacer cosas que no queremos.
En los trabajos se ha ido reduciendo la jornada laboral, pero en realidad, se trabaja más. La productividad ha aumentado y lo que antes se hacía en seis días, después se realizó en cinco, para posteriormente terminarlo, quienes libran el viernes a la tarde, en menos horas. Tenemos gusto por lo inmediato y así, poco a poco, reducimos todo a esos polvos solubles que se transportan en pequeños sobrecitos y que el contenido en contacto con la leche se convierte en Capuccino, Expresso o vaya usted a saber qué.