A veces es más fácil agradecer un día soleado que un día con lluvia, es más fácil agradecer una sonrisa que una lágrima, agradecer una alegría que una tristeza; pero lo cierto es que todos los días existe al menos una razón para agradecer, la principal es estar vivos, agradece que puedes ver un nuevo amanecer, no importa si está lleno de nubes o es un cielo azul despejado y brillante el que miras.
Puedes agradecer todo el paisaje que el universo te brinda para que lo mires, para que lo huelas, para que lo oigas, para que lo sientas, no importa si es una hermosa playa, o es una montaña majestuosa, quizás un lago relajante o la locura de la ciudad, aquella selva de cemento que nos recuerda día a día lo magnífico que somos capaces de crear, nos recuerda las habilidades con que nacimos y que muchas veces desperdiciamos.
Ahora mira a tu alrededor, mírate a ti mismo; mira en tu interior, comunícate con tu ser, nunca estarás solo, siempre estarás en tu compañía, no importa si alrededor tuyo no hay nadie o hay un millón de personas, debes encontrarte y agradecer porque estás ahí, porque día a día puedes compartir la experiencia maravillosa de vivir contigo mismo.
Hay días en que tenemos que atravesar por pruebas que parecen imposibles y demasiado dolorosas, hay situaciones en las que no alcanzamos a ver la luz al final y aunque sea más difícil ver lo que tenemos que aprender en esas situaciones es cuando más debemos agradecer, pues estamos frente a una gran lección.
La gratitud es una cura muy fiable para la depresión, si tienes verdadero agradecimiento, nunca te sentirás deprimido, quien iba a estarlo si al agradecer te das cuenta de todo lo que te llega día a día.