Quienes han visto el vídeo han reaccionado indignados ante el espectáculo organizado por los proetarras municipales de Bildu en Alsasua, Navarra, con quizás un centenar de jóvenes disfrazados, uno del rey Juan Carlos, y los demás de guardias civiles y militares actuando como nazis.
Hay quien propone comportarse igual con los símbolos nacionalistas vascos que ellos defienden en Navarra. Sería injusto porque humillaría a otros vasquistas, vascos o no, disgustados con sus patéticos abertzales.
La derecha española reaccionó irritada, exigiendo castigos para los promotores, pero la izquierda mantuvo silencio porque, en sus expresiones públicas, incluso las del PSOE, aparecen cada día más banderas nacionalistas y republicanas, y menos nacionales como en las que se envolvían Felipe González y Santiago Carrillo.
Desorientada y sin identidad, para esta izquierda los emblemas constitucionales parecen tan despreciables como para los proetarras de la representación infantil, facilona y sin talento de Alsasua.
Que sólo hacían la típica gracieta con movimientos simiescos de chicos que, podía verse en sus acciones y vocabulario, ni siquiera superaron la primaria en ese pueblo de 8.000 habitantes. Las peores y más insoportables murgas gaditanas son geniales a su lado.
Difícilmente podrá actuar la ley contra los promotores de la bufonada, dicen algunos jueces. Pero hay un castigo mayor que enviar a la cárcel a estos deficientes: sonreír y aplicarles el refrán de “no hay mejor desprecio que el no aprecio”.
Ante insulto de tan bajo nivel a instituciones fundamentales para la convivencia, el ciudadano sólo debería expresar la burla de la indiferencia. Quizás un poco de pena viendo a estos chicarrones crecer en una atrofiada pocilga mental.
Paradójicamente, tras estos agravios ganan aprecio ante la ciudadanía la Monarquía, la bandera española, la Guardia Civil, los militares y todos los símbolos que han querido humillar.
Por otra parte, qué español es ese espectáculo: no hay nada más típico de la vieja España negra que las chanzas de la chusma, de abertzales o patrioteros locales, compañeros del toro de la Vega, las cencerradas, y demás inmundicias de los pueblos bárbaros y groseros.
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SALAS. El cronista cree que es un homenaje a los abertzales de Tordesillas. Claro que estos no matan a seres humanos, y los inspiradores de los de Alsasua a muchos.
Lo de Galicia es extensible a toda España.
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