«En el verano de 1963 yo me enamoré y mi padre se ahogó».El anzuelo está echado. Y pico, no podía ser de otra manera. Pesca de arrastre que me lleva a sumergirme en las cristalinas aguas que me anuncia la portada. Diviso el fondo. Todo es claro, sencillo por ser perfecto, que diría la madre de Michael. La perfección, como el amor, es pura ilusión. Cuidado con la resaca. Resaca en la playa. La resaca del amor.
«Me enamoré de Zina del revés».Me enamoré de este libro de frente, del revés, a primera vista: portada, sinopsis y frase inicial, con la que arranca la sinopsis y también mi reseña (¿cómo olvidar? ¿cómo obviar? ¿cómo dejar pasar? ¡¿Cómo negarme la oportunidad de averiguar si es verdadero el presentimiento que me invade de que no solo el enamoramiento y ahogamiento que anuncia esa primera frase están relacionados sino que el primero es causa del segundo?!) Lo amé (lo amo) mientras lo leía y tras concluir su lectura. Uno se enamora de la promesa de los primeros encuentros pero ama lo que en verdad conoce. Teoría propia del amor; cada personaje de esta novela tendrá la suya. Michael se enamora de Zina del revés y tal vez ese pensamiento debería haberle provocado un presentimiento similar al mío. Pero los presentimientos surgen de señales que nos conectan con experiencias pasadas a través de nuestro subconsciente y Michael es aún demasiado joven para tener experiencia en eso que llaman amor, más aún para dejarse arropar por experiencias y consejos ajenos.
Misha: así, en ruso, rebautiza Zina a Michael. Un guiño, tal vez, al ruso Primer amor de Iván Turguénev al que Charles Simmons quiso hacer homenaje con su Agua salada. Charles Simmons: autor estadounidense poco prolífico del que esta que reseño es su primera obra traducida al español. Me entero que murió el año pasado poco después de la publicación en España de esta novela. Ya no podrá hacer más por aumentar su exigua bibliografía. Espero y deseo que esta novela no sea lo único que nos llegue de lo poco que dejó escrito.
Agua salada homenajea a Primer amor y en ella Michael/Misha nos cuenta el suyo con su propia voz. Una voz clara, luminosa, lúcida, que mece como un mar calmo para, al instante siguiente, azotarnos con su fuerza de tempestad. Una voz que refleja los matices que su dueño no supo captar cuando, con quince años, vive su primer amor.
El cabo de Bone Point y la bahía que forma son testigos de este enamoramiento. Allí, en la casa familiar vacacional, Michael pasa el verano junto a sus padres. La casa de invitados la han alquilado a dos mujeres: la señora Mertz y su hija Zina, una joven a punto de cumplir veinte años que aspira a convertirse en una gran fotógrafa. A ese idílico estío de sol, playa, baños en el mar, paseos en velero y fiestas de verano que tan bien resume la frase de «¿Acaso existe algo mejor que tener el cuerpo en el agua y la mente en el cielo?», se le une puntualmente Melissa, que está enamorada de Michael, también un amigo del colegio de este y algunos amigos de los padres de Michael y de la señora Mertz y su hija, completando así un elenco de personajes fascinantes y cautivadores.
Magníficamente retratada está la relación entre la madre y el padre de Michael y la de este con su padre. La ambientación es exquisita; los diálogos, brillantes. Charles Simmons nos ofrece una clase magistral de alta literatura con una novela que transmite la misma tensión y serenidad que Michael aprecia en las fotos que toma Zina y que indaga, de forma soberbia, en la complejidad de las relaciones amorosas y familiares, la difusa línea que separa el amor del deseo, el poder corrosivo de los celos y el peligro de la inmadurez al entrar en la edad adulta.
«Tienes una responsabilidad hacia la persona que te quiere».Michael es un muchacho maduro y resuelto para su edad. Tal vez ello sea porque sus padres, así como el resto de adultos que lo rodean, lo incluyen en su vida adulta, y porque desde niño ha gozado de la confianza principalmente de su padre y no se ha sentido desterrado a un mundo infantil que no se toca con el adulto. Quizá sea por eso por lo que se siente capaz de manejar los nuevos sentimientos que crecen en él y que le provoca Zina. Quizá sea el exceso de confianza y la falsa madurez los que le impiden sostener sus precipitadas decisiones, si bien este principio también deberían aplicárselo los adultos. O, quizá, nada de eso importe y se trate solo de las irreversibles consecuencias de la resaca del amor.
«...cuando el amor perdura más allá del desencanto también se convierte en un cepo».Sea como sea, ese desencanto hace que se produzca lo impensable: el deseo de la conclusión del verano. Sin embargo, la cálida estación aún reserva un último y definitivo golpe de mar.
«Pero yo había amado de verdad a Zina, y uno no puede arrepentirse de haber amado a alguien», nos cuenta Michael. Y casi me atrevería a afirmar que ninguno de los personajes de este libro osaría rebatir tal afirmación. Yo misma hago mías las palabras que Melissa pronuncia en una ocasión y concluyo que «para mí la moraleja del cuento [...] es que merece la pena morir por amor».
El verano en que Michael se enamora por primera vez y su padre se ahoga sabe a sal. La sal escuece. El escozor produce llanto. «Las lágrimas saben igual que el agua salada».
Mástiles. Fotografía de Candi...
Ficha del libro:
Título: Agua salada
Autor: Charles Simmons
Traductora: Regina López Muñoz
Editorial: Errata naturae
Año de publicación: 2017
Nº de páginas: 168
ISBN: 978-84-16544-26-4
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