Aguacero. Luis Roso
Hace unos meses despertamos con la noticia de que el sector editorial español en 2015 había incrementado su facturación respecto al año anterior casi un 3%. Entre los géneros que más han experimentado este aumento está el policíaco.
En la literatura española, podríamos decir que la saga policíaca más popular es la protagonizada por Chamorro y Bevilacqua, los dos guardias civiles creados por Lorenzo Silva que recientemente ha publicado su novena entrega. Sin embargo, el autor de este género del que hablaremos – o deberíamos hablar– en la recapitulación de las publicaciones de este 2016, será Luis Roso. Cuya ópera prima, Aguacero, justamente rinde un pequeño homenaje a la saga de Silva a través de dos de sus personajes.
Año 1955, Las Angustias, un pueblo de la sierra madrileña. El inspector de la Brigada de Investigación Criminal, Ernesto Trevejo, es enviado para esclarecer los hechos de los asesinatos ocurridos recientemente. Dos guardias civiles, Víctor Chaparro Lorenzo y Ramón Belagua Silva, aparecieron brutalmente asesinados. A los pocos días, el alcalde y su mujer fueron tiroteados en la puerta de su casa. El inspector es enviado desde Madrid a instancias de altos cargos para investigar lo sucedido. Por supuesto, en el pueblo no le esperan con los brazos abiertos y no tardará en darse cuenta que las pesquisas realizadas por la Guardia Civil no son todo lo exhaustivas que debieran.
Aguacero cumple con las características básicas y principales de cualquier novela policíaca: enganchar y entretener, perfil de los personajes…, aunque el antagonista no está representado en una única persona sino en varias. Incluso, el pueblo en sí y sus circunstancias podríamos tomarlo como el antagonista. Tampoco se centra demasiado en bosquejar el perfil psicológico de cada personaje exclusivamente, sino que lo hace a través de la ambientación y el retrato social de la época. Una España rural de posguerra.
Corre en paralelo el valor que adquiere el desarrollo de la trama policíaca como el hecho de que Aguacero sea casi una novela costumbrista. La ambientación es uno de los aspectos más cuidados de la novela y sorprende, sobremanera, que el autor sea un joven de 25 años quien nos sumerja en la España de los 50. Luis Roso demuestra, sin duda, que sabe escribir por su capacidad para trasladar al lector a aquella época, seguramente desconocida para muchos de los lectores igual que para él por su edad; y situarlo en escena.
Roso (Cáceres, 1988), que es licenciado en Filología Hispánica e Inglesa y se dedica a la docencia, ha estudiado a los autores de la Generación del 50 y sus obras parece que con devoción, en vista del trabajo que ha realizado. Una contextualización impecable, no sólo en lo relativo a las costumbres y circunstancias de la época, sino también cuidando el léxico y las expresiones.
Aguacero es una novela policíaca que se desmarca de las demás novelas del género. Recibió ofertas de publicación de seis editoriales y, ahora, el aplauso de la crítica y de otros escritores, que han visto en el inspector Trevejo rasgos del Bernie Gunther de Philip Kerr y sutilezas humorísticas que recuerdan a Eduardo Mendoza. Sin olvidar el divertido guiño a la saga policíaca de Lorenzo Silva a través de los nombres de los guardias civiles.
Con este debut, no cabe duda del buen futuro que le augura a su autor, Luis Roso.
AGUACEROLuis RosoEdiciones B, 2016408 Págs.Comprar en Casa del Libro: Papel - Ebook
Amazon - Kindle