Se me acumulan las reseñas por escribir, y eso que la Yincana Criminal me ofrece una buena salida a muchas de esas opiniones que por falta de tiempo se quedaron en el tintero. Pero una no siempre puede luchar contra Kronos, de hecho estoy harta de hacerlo porque no siempre consigo lo que me propongo y eso me frustra. Poco a poco voy entendiendo que mi tiempo es el que es, que cotiza ya no en bolsa sino en el Mercado Negro y a precio del uranio enriquecido.
Y con estos pelos estoy encarando una iniciativa que exige mucho de mi, porque a ese tiempo que brilla por su ausencia le añado lecturas simultaneas en las que me he convertido en una tortuga y que por interesante que esté el libro nunca consigo terminar junto con el resto de yincaneros, reseñar semana a semana al menos alguno de los epígrafes, por aquello de no dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, más que nada porque nunca se que se me puede torcer al día siguiente.
Asi que con esa proposición, la de al menos reseñar una vez a la semana y que de momento a duras penas voy consiguiendo porque quería hacerlo un día fijo y no lo he conseguido aún, me he puesto frente a mi agenda, y una vez claras las propuestas de esta semana, me he acercado a la enorme pila que amenaza con derrumbarse y que espera impaciente que redacte unas letras sobre uno de sus libros y mis ojos se han posado en aguacero, y me he dicho, te ha llegado el turno.
Colocarse ante una página en blanco cuando el libro lo has leído unos cuantos meses atrás no es nada fácil, menos mal que suelo leer tomando notas, apuntando impresiones y que con solo releer algunos párrafos me traslado de nuevo a sus páginas, a las emociones que me suscitaron. Aún así esta opera prima de Luis Roso me parece compleja de reseñar, porque para ser un primer libro está ,muy bien escrito, maneja con maestría el lenguaje, el vocabulario y la narración. Para ser tan joven te traslada a los olores y costumbres de una época que ni el ni yo hemos vivido y que he sido capaz de sentir.
Me gusta la novela costumbrista, y en este libro me he sentido en mi salsa, he disfrutado con la parte negra de la trama, me he situado en la época con la histórica, me he sentido cuidada como lectora y por primera vez un inspector con un sentido de la ironía un poco particular y un punto canalla y bastante machista me ha caído tan bien, que quiero encontrármelo de nuevo y más pronto que tarde si puede ser.
El autor:Luis Roso nació en Moraleja, Caceres en 1988, es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, en Filología Inglesa por la Universidad Autónoma de Barcelona y posee un máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Apasionado de la literatura, la historia, el cine y el deporte, actualmente trabaja como profesor de secundaria en la Comunidad de Madrid. Admira a Delibes, Cela, Ferlosio, Sender , Azorín, De la Serna, Aldecoa, Barea, Martin Santos. Aguacero es su primera novela.
Argumento:
Hace tiempo que me ciño a la contraportada de las novelas, sin embargo en esta ocasión la editorial no ofrece ninguna sinopsis, quizás porque sea mejor afrontar esta lectura sin saber que vas a encontrar entre sus páginas, descubriendo poco a poco sus entresijos. No seré yo quien juzgue si es lo mejor o no, ni tampoco la que me ponga a hacer un argumento pormenorizado porque si no pueden pasar semanas antes de que lo deje como a mi me gustaría. Os dejo alguna pincelada.
Un pequeño pueblo perdido en la montaña, Las Angustias, concretamente en la Sierra madrileña. Cuatro crímenes en la España oscura y tenebrosa de los años 50. Una relación poco cordial entre los Cuerpos de Seguridad de la época la Guardia Civil y la Policía. Un inspector de la capital que se traslada a un ambiente rural al que no está acostumbrado y una pertinaz lluvia que no cesa en los tres días que dura la trama. Un pueblo en el que todos parecen guardar secretos y pocos tienen intención de hablar.
Con todos estos ingredientes Luis Roso logra pergueñar una historia que sin ser un page turner te mantiene pegada a sus páginas, cumple con la función de una novela negra, entretiene, y ejerce un claro papel de denuncia social.
Mi opinión:
Me acerqué a esta novela con las expectativas desbocadas, y la verdad es que cuando eso sucede me aterra que me decepcione, porque se le suele exigir mucho más a la historia. Sin embargo, desde el minuto uno el libro me fue atrapando, Trevejo me fue convenciendo, y no es que apruebe su forma de ser, es que es un hombre de los años 50 con todo lo que ello comporta, con un puntito canalla que seduce y repele por partes iguales, al menos a mí y que al final terminó convirtiéndose en un personaje que quiero volver a encontrar sí o sí.
Llama la atención que una persona tan joven elija ambientar su novela en los años 50, y en España, un periodo que por edad no ha vivido, y una época bastante oscura, porque la historia de aquellos años todavía en muchas ocasiones está bajo secreto. No temáis parece que es una pregunta muy recurrente y la contesta al final del libro, solo tenéis que tener paciencia, dejaros seducir por Las Angustias, por Trevejo y Aparecido, leer las 402 páginas del libro y saciaréis vuestra curiosidad.
Aguacero lo tiene todo para seducir al lector, esta bien narrada, sorprende el manejo del lenguaje por parte del autor, dosifica bien la investigación policial y la documentación histórica, tiene un personaje central potente, Trevejo, unos secundarios que le van a la zaga, y luego tenemos los malos que en esta novela son muchos lo que dificulta resolver el crimen, por un lado tenemos al malo al que apuntan todos los indicios, un hombre mayor, comunista, que es el chivo expiatorio de todo delito no resuelto, el alcalde, el cura y la maestra las tres figuras más importantes del pueblo, lejos de ayudar lo que hacen es poner palos en las ruedas para que la investigación no avance. Luego tenemos al brazo ejecutor de las muertes, pero que no se nos olvide el inductor, que no siempre tiene porque coincidir.
Y para enmarañarlo todo un poquito más en los alrededores se esta construyendo una presa, con gente venida de toda España y hasta de Portugal, gente que vive en una condiciones precarias, que yo juraría que malvive, y entre los que se esconden folloneros y gente de mal que siempre da la nota y que desvía las miradas hacia ellos. Esta subtrama también da mucho de sí, porque no olvidemos que es una población más, con los trabajadores, sus mujeres y sus niños, con sus odios y sus filias, con sus condiciones laborales, gente acostumbrada a ir de aquí para allá en busca de un jornal y que ve peligrar su sustento por unos crímenes que pueden dar al traste con la construcción y que no dudaran en sembrar la duda sobre aquellos que les caen mal, aquellos que ejercen de tiranos en su día a día.
Por si con todos estos ingredientes no tuviera suficiente Luis Roso, añade las muertes de dos guardias civiles, con ellos juraría que hace un homenaje a Lorenzo Silva, porque los guardias se llaman Chamorro y Belagua, y no contento con ello, las siguientes victimas son el alcalde y su mujer. Y como parece que la Guardia Civil no avanza se hace venir a un inspector de Madrid, con el consecuente choque de Cuerpos de seguridad. Y es que hoy lo de la cooperación entre los distintos cuerpos de seguridad muchas veces brilla por su ausencia, en aquellos años eran inexistentes y se consideraba que estaban invadiendo competencias unos de otros. Os podéis imaginar el recibimiento que tiene Trevejo, hasta parece que el tiempo se ha puesto en su contra y se las pasa diluviando los tres días que dura la investigación.
Trevejo es un animal de ciudad, y se nota en su forma de actuar, soltero, sin novia conocida, amante de las mujeres ajenas, es una joya que en procedimiento policial funciona, y es el elegido para resolver el crimen de Las Angustias, no vaya a afectar a la construcción del pantano. Casi con lo puesto se marcha al pueblecito de la sierra madrileña y lo que no espera es el frío recibimiento que le dispensan tanto del tiempo, como los habitantes del pueblo, todos ellos con tantos secretos que esconder que a penas colaboran con la investigación. Pertrechado con dos mudas y los únicos zapatos que tiene decentes, se plantea hacerle frente a una lluvia desafiante, y a la falta de vehículo, porque la Guardia Civil no se lo va a poner fácil, le asigna a un agente imberbe como acompañante y una moto como todo medio de locomoción que bajo la lluvia no es ni ninguna bicoca.
Su fino sentido irónico, su puntito canalla, y su tenacidad irán domeñando la resistencia de los lugareños, lo que le ayudara a ir uniendo cabos, a darse cuenta de que no todos los que pintan decentes los son, y todos aquellos que llevan una existencia disoluta son tan indecentes como te quieren hacer pensar. Hablando con unos y con otros se puede hacer una composición de lugar, puede llegar a descubrir quien fue el brazo ejecutor, y sin embargo aunque el caso se cierra con premura porque ya tienen un culpable y la construcción de la presa no peligra, Trevejo no se queda tranquilo, poco puede hacer, se le ordena volver a Madrid, dejar el caso, pero el sabe que hay algo más y ya desde la capital intuye que es.
Sin embargo, tendrá su momento de justicia poética y la verdad es que es ahí donde me sorprende Luis Roso, en esa vieja artimaña de contar una verdad a medias, o una suposición para sacar una verdad, una que bien poco importa a estas alturas con el caso cerrado, pero si que mortifica a quien se ve descubierto, y ya el apoteosico final con esa visita de Aparecido que le da las últimas noticias del pueblo esas que constituyen la autentica justicia poética para el lector y juraría que para el inspector Trevejo también, aunque haya una perdedora clara en todo este tinglado, una víctima más, que poco importa por el oficio que ejerce.
Conclusión:
Luis Roso teje una novela muy atractiva, se atreve a ambientarla en una época poco conocida y trillada de la Historia de España, se va a una zona rural, que normalmente suelen ser más cerradas y planta allí a un hombre de ciudad que poco sabe lidiar con todos esos secretos que unos y otros esconden, le añade una lluvia pertinaz que todo lo embarra y resta visibilidad, el enfrentamiento entre dos cuerpos de seguridad, porque es una afrenta enviar a un policía de Madrid y meterlo en competencias de la Guardia Civil.
Y no contento plantea unos crímenes que son aberrantes dos guardias civiles con graduación, el alcalde y su mujer, un pantano cuya construcción peligra, y que da de comer a muchas almas que malviven en barracones con sus familias.
A ello le añadimos una forma de escribir totalmente magistral, un dominio de la escritura que para ser una opera prima sorprende, un excelente trabajo de documentación que nos traslada a aquellos años, y que esta tan bien introducido en la historia que el lector casi ni lo percibe.
Poco más puedo decir para que os acerquéis a esta novela, yo la he disfrutado muchísimo, tanto que me gustaría encontrarme de nuevo con Trevejo, pienso que es un personaje muy potente que todavía nos puede dar muchas satisfacciones, y el periodo histórico da para ambientar muchas tramas, otra cosa es que se puedan levantar ampollas.
Esta reseña participa en la Yincana Criminal en el apartado la acción transcurre en un ambiente rural