Águila Roja Capítulo 108 Recap: Cincuenta sombras Malas

Este montaje tan molón lo ha hecho el equipo de la serie para un test que te dice qué personaje de Águila Roja eres. Puedes probar aquí, y a ver qué os sale (a mí me ha salido Malasangre, y menos mal).

Hay episodios de Águila Roja fuertes y hay otros MUY FUERTES. Esta semana toca uno de los segundos. Más que nada por una gran sorpresa que nos dan al final y que parece que cambia mucho las cosas (aunque en realidad no va a cambiar nada porque ya sabemos esta serie qué hace siempre). Así que, sin nada más, me dispongo a contar lo que ha pasado y cómo lo hemos vivido desde el otro lado de la pantalla. Preparense para el RECAPEST, uno de los largos.
Por cierto, el capítulo de la semana que viene será el último hasta nuevo aviso. Al final sí que hay parón veraniego. Como de costumbre, tienes disponible lo del capítulo anterior aquí. ¡Alerta spoiler!
Kinder Pollo
Esta semana abrimos con lo de “Satur” (que no es Javier Gutiérrez -que tendría otros asuntos que hacer- sino otro). Sigue retenido por orden del Rey hasta que Tío Emilio sonsaque todo a Gonzalo (que ya lo ha hecho casi) y le dé matarile. “Satur” se las apaña para meter un mensaje escrito (no sabemos cuándo ni cómo) en un trozo de pan, y lo tira a un camino mientras le transportan a otro sitio. Esto lo aprendió de su exmujer la Puri, y sus reconocidos bollos preñaos. No va a ser lo único preñado que vamos a veME ADELANTO. Si es que no me lo puedo contener.

Casualmente Cipri y Gonzalo empiezan capítulo hablando de él. Ahora se dedica a repartir libros entre los pobres. Porque en salsa pues están mu ricos. Uno de ellos es un libro que el propio Satur escribió, con un mapa con todos los sitios de reputación comedida del Reino, para ir a lo Pokémon Go pero en otro plan. Ese no lo reparten. En un afán por encontrar más libros que repartir, Gonzalo da en la habitación de su hijo con unas cartas algo especiales: cartas de Margarita que Alonso le ha ocultado. Ella le pidió que no contase nada, y él así lo hizo. 
El hijo se pone chungo asegurando que no es asunto suyo, pero se le va la lengua y le cuenta que pronto habían quedado en verse. La memoria es muy traicionera y si el capítulo anterior recordábamos el encuentro fulgurante entre Marquesa y maestro, en este nos deleitan con el de Marga y Gonzalo. Obviamente, eso se graba una vez y hay que meterlo como sea muchas más. Momentos después el héroe se carga los muebles de su habitación porque esto es como Hulk, que se nubla y no responde.

Pero el maestro no quiere forzar un encuentro, así que es Cipri el que sigue a Alonso al bosque y descubre que las cartas le llegan por un intermediario. Muy fan del criado en modo incógnito a la sombra de los pinos. Da la casualidad de que en España por esa época solo habría un camino, y Cipri encuentra el pan que tiró “Satur”, y se lo guarda, pero sin enterarse de nada más. Después se chiva de lo del mensaje, pero Gonzalo sigue respetando la decisión de Marga. 
Al final el criado descubre el mensaje, que reza tal que “AMO ME HAN SECUESTRAO Y NO SE QUIEN. SATUR.” Pero como no sabe leer, lo tira al suelo. PUES BIEN. ¿Os acordáis del cuento del Soldadito de plomo? El papel en cuestión, que iba dentro del pan, se lo termina comiendo un pollo, un pollo cuyo cuello rebana el propio Cipri al final de episodio, ENCONTRÁNDOSE EL PAPEL OTRA VEZ. ME MUERO. Gonzalo lo lee y entonces se dan cuenta de qué pasa con Satur. Mira que se han inventado cosas en esta serie, pero lo del pollo galletita de la suerte ya es lo máximo.
Esos ojos, Soledad
En el Palacio de los Santillana, el nuevo Marqués consorte se ha puesto a adecuar el lugar a su gusto. El lugar en el que lleva viviendo toda la serie todavía no entiendo por qué. Para empezar, ha despedido a todo el servicio y contratado a otros, por una app de estas que en dos segundos eres camarero. Todo para cabrear a su nueva esposa, y para hacerle la vida un poco más triste. Menos mal que no ha tocado a Soledad, porque yo ya estaba buscando el mando para cambiar de canal. Eso sí, ya no es ama de llaves, sino la que limpia los baños. Se ve que se ha dado cuenta de que no le cae nada bien. 
La nueva doncella de Lucrecia la ha elegido él, y seguro que es su espía. Además, no solo resulta ser la mujer sosa y triste, sino que los dramas de la Marquesa empiezan a multiplicarse: ya no tiene carroza. Ella no tenía una, sino diez. Pero ya no. Si quiere salir tendrá que pedirle permiso a Hernán, lo que no pinta muy bien. Lucrecia está empezando a darse cuenta de la libertad que ha perdido. Y de lo que puede perder, pues de repudiarla todo pasaría a ser del Comisario, Palacio y demás posesiones. Así que esta trama acabará, presumiblemente, con uno de los dos muertos, sino los dos. Pero esto son teorías mías. 

Lo peor es que le ha puesto un sueldo, con lo que le gustaba gastar a Lucrecia. ¿No hubiese sido mejor intentar reinar por medio de ese bebé que tiene por ahí oculto? La Marquesa no se achanta, así que decide mandar a Sole a comprar el vestido más putongo que encuentre, gastando todo el dinero que le da Hernán ese mes. Así deslumbrará a todos en la fiesta que van a dar esa misma noche. 
Lo que quiere, por supuesto, es quitarle protagonismo a Hernán ante sus invitados. Y si para eso hay que enseñar cacha, pues se enseña. El vestido que escoge Sole le encanta a la Marquesa. “Solo tuve que pensar cuál le quedaría mejor” “Esos ojos, Soledad. Controla tus impulsos”. El plan, aun así, le sale un poco mal: el marido aparece con otro vestido que será el que se ponga y que le tapa hasta el último centímetro del cuello. Y con ese vestido-cortina-de-salón-de-abuela aparece en la fiesta, y con una cara de agrio que no se puede aguantar. 
Solo después parece darse cuenta -del todo ya- de que ha pasado de ser Marquesa a ocupar el lugar de Soledad con Hernán. Y rompe un espejo, buena suerte no va a tener. Al menos se le ocurre cómo volver a tener al Comisario en la palma de su mano otra vez, por medio de su cuerpo. Y bien de transparencia y bien de quitarse el camisón muy poco sutilmente. ¿Le funcionará?
Oda al pecado
Un personaje relevante esta semana es Malasangre. Ya sabemos que es malvado y muy listo, pero desconocíamos esa faceta suya tan íntima de que le va la marcha cuando corres las cortinas. En un armario, Malasangre Grey tiene todo un arsenal de artilugios de cama y de pie, nada decentes y muy poco cristianos. El caso es que en plena admiración de su colección más privada, recibe la visita de una amante cortesana que le cuenta que han robado en su palacio y se le han llevado los libros, uno de ellos MUY especial, escrito por ella misma, y de corte SEXSUARL. 
De hecho, ellos mismos son los protagonistas, con detalles escabrosos y sin fotos porque no había. De hecho, la serie nos deja colarnos en uno de sus encuentros y vemos grilletes y antifaces, una vela y mucho fuego. Por supuesto, Malasangre es consciente de que si se llega a enterar la Inquisición aquello pinta negro. Su nombre no está, solo su inicial. Pero el de la mujer sí. Vamos, que terminará mal.
Anaïs también sale en este capítulo, en el que se dedica a ir por las calles buscando talentos para su local. "Mira, ésta tiene pinta de mañosa" o algo así. “La Deleitosa ha validado esa postura en tu perfil”. Cómo son las cosas, va a dar allí mismo con un libro que decide quedarse, de título El Maestro, y que es el que robaron a la compañera de perversiones de Malasangre. LO NORMAL. El título, en el avance, prometía mucho. Pero no tiene nada que ver con nuestro héroe.

Muy chulo y poco esperado el encuentro-choque con Gonzalo en la puerta de su casa sin querer (¿soy el único que se da cuenta de que el maestro vive, literalmente, en el balcón del pecado de la villa?). Dice que a lo mejor el libro le sirve para las clases OYOYOY. Algo me dice que de esas clases acaban aprendiendo los dos. Obviamente, Gonzalo empieza a flipar ante la cantidad de pecados por línea que está leyendo en un vistazo rápido al libro. 
El maestro decide que se deshará de él y Anaïs contesta que le debe uno, no sabemos si se refiere al libro a lo que hay dentro. Gonzalo tira el libro a un fuego, pero Cipri resulta que aparece en escena y, sin que el otro se dé cuenta, lo recupera (recordamos que iban buscando para los pobres). Le dura poco en las manos, también es verdad, porque aparece el Pescadero buscando uno para su mujer. 
YA ESTÁ, YA HA PASADO. Cincuentas sombras de la Mari, en Palacio. MUY FAN de la señora leyendo entre UHS los escabrosos detalles que relata el libro. La mujer, en plenos sudores frios y “ay dios mios” recibe la visita de sus hijos, e intenta disimular. El hijo se revoluciona todo cuando descubre que el libro que está leyendo su madre “es de follisqueo”. Esta escena ha pasado en casas de toda España por culpa de E. L. James, ojo. 
El hijo tiene un amigo que trabaja en una imprenta, y tiene la brillante idea de que por qué no vender copias de la historia. Y así vemos a media Villa repleta de señoras con las pupilas dilatadas y la mente en otros sitios. Por supuesto, ni un episodio de Águila Roja sin su escena de bañera. Esta vez con efecto humo y todo. Incluso el Rey termina leyendo una copia. Malasangre se entera entonces de que sus gustos y aficiones están ahora en manos, bocas y pies de toda la ciudad.

El Cardenal nos informa de que la autora está en manos de la Inquisición. Los curas han leído cosas en esas páginas que ni habían podido imaginar, pero es que encima la tipa en cuestión es tonta y lo admite todo todo, y que todo es cierto. Los curas ven a Malasangre como el verdadero culpable de todo y ella le delata: Sebastián Ventura es ‘M’. ¿Por qué le llamamos Malasangre con el nombre tan molón que tiene?
La dueña de la Deleitosa, por cierto, avanza en sus lecciones y ya sabe hacer la letra ‘a’. Dice que se ha esforzado mucho y le creemos, porque hacer la ‘a’ necesita de mucha dedicación y mucho tiempo. En seguida se da cuenta de que su profesor está con la cabeza en otro sitio, o en otra. Ella se va toda indignada porque él se pone a la defensiva y lo que os decía hace días, esta no termina el abecedario antes de terminar la serie. 
Al menos ahí Gonzalo descubre que el libro que se supone que destruyó está venga a rular por la capital. No puede hacer nada cuando la Inquisición se pasea por las casas quemando las copias del libro, aunque él deja claro que ningún libro debería de ser quemado. Discrepo, mirad estos de YouTubers... Y dice que “destruyen todo lo que no entienden”. No, lo entienden perfectamente y por eso lo destruyen, que es distinto. Al final sueltan a la autora y encarcelan a Malasangre, lo que apena un poco a Gonzalo. El futuro de Malasangre sí que es fatal: lo llevan a todos lados encadenado y le hacen cosas con brasas, hasta que lo admite todo y le condenan a morir.

Por supuesto, el Águila va a salvarle. No sólo por cierto cariño que se han cogido, sino porque había cierta amenaza de unas cartas con su identidad que serían abiertas de morir. Sin embargo, y en un giro de los acontecimientos que no me ha gustado nada, Malasangre decide quedarse y que le corten la cabeza. 
A VER. Es la segunda vez esta temporada que pasa esto (Anaïs fue la otra, cuando volvió a la celda), y NO TIENE SENTIDO. Al menos, en el momento de máxima tensión, cuando su cabeza va a rodar por el suelo, pide clemencia y dice que se arrepiente. Y LE PERDONAN. Y nos enteramos de que al Rey también le van los juegos de alcoba de moral laxa. CÓMO NO.
Sorpresa, sorpresa
Al final Alonso le dice el lugar a su padre en el que ha quedado con Margarita, aunque le pregunta el porqué de su espantada en la iglesia el día de la boda. En un momento íntimo y recogido, Gonzalo le cuenta a Alonso que se acostó con otra, algo que es cierto pero NO del todo, en cuanto ella le había dicho que NO a él. Parece que no va a ir a buscarla, pero decide hacerlo. ACLÁRATE MUCHACHO.

En ese momento aparece Anaïs, a pagarle todas las clases porque ya no quiere continuar teniéndole de maestro. Y SOLO HA APRENDIDO UNA LETRA, los horrores de la LOMCE. Gonzalo sigue a Alonso y sin traje de Águila no tiene poderes sigilosos y su hijo le descubre. ALONSO. LE DESCUBRE. Guionistas, qué os hemos hecho. Alonso se va, por alguna razón absurda, y Gonzalo se queda gritándole a los árboles para que Margarita salga. Debo de reconocer que en el avance, la capa roja que aparece yo pensé que era la de Anaïs. Pero no. 
Es ella. Es Marga. Bueno, unos segundos vemos a una doble corriendo por el bosque, pero luego el primer plano es suyo, sí. LO MÁS FUERTE es que se toca la barriga y aquí sólo tenemos dos opciones: o se trata del anuncio de un medicamento contra gases más sutil del mundo O ESTÁ EMBARAZADA. OMG DE QUIÉN. De Gonzalo, vamos a suponer. Con lo que nos gusta a nocotros suponer.