Revista Cine
Águila Roja, capítulo 79: Nadie humilla a la Marquesa de Santillana
Publicado el 14 noviembre 2014 por Criticasen8mm @Criticasen8mmCuando me propuse hacer cada semana el recap del episodio correspondiente de Águila Roja, ya sabía que iba a tener que escribir sobre cosas bastante difíciles de creer. Es una serie que nos presenta un héroe no solo poderoso -y ciertamente suertudo-, sino también omnipotente. Águila Roja es Dios, y eso le quita mucho a la serie, la verdad. Difícilmente podíamos superar lo del capítulo anterior y el tornado en Madrid, parece que en esta ocasión la serie se ha centrado totalmente en el drama de Águila Roja, el DRAMA. ¡ALERTA SPOILER!
¿Y quién protagoniza los dramas en esta serie? Pues todos, aunque quien lo termina pasando mal siempre es Cipri. El primo del Rey le robó el oro, por culpa de Satur, pero a quien tienen es a Cipri. El criado de Gonzalo se arrepiente de todo: no devolvió el anillo, quiso sisarle más al Rey y abandonó a su suerte a su amigo. Águila Roja no le encuentra. Cuando la Guardia toca la puerta de la casa del maestro, todos pensamos que Cipri ha cantado lo más grande y van a por Satur, pero la verdad es que les llevan comida. Parece que el Comisario le tiene algo de aprecio a su recién descubierto hermano menor.
Lucrecia sigue empeñada en montar una plantación de cacao en África, y para ello está escogiendo una tripulación. Los elige, obviamente, por sus habilidades. "¿Tú sabes lo tedioso que es ver mar por todas partes? Alguna distracción necesitaré." El principal problema de la Marquesa es que no tiene tierras en África donde cultivar nada, aunque eso tiene solución y pretende comprarle unas a un señor llamado Luis de la Vega. Lo que pasa es que el tal Luis no quiere tratar de negocios con una mujer, pero ante la insistencia de Lucrecia, deciden batirse en duelo por ellas, a muerte.
A Cipri el Cardenal le intenta convencer de que traicione a Satur y diga su nombre. Está desnudo, maniatado, y un gigante le está pegando una paliza, pero el hombre no suelta prenda. Así que el Rey ordena su envio a la Isla de los Muertos, un lugar terrible y lejano. A no ser que diga dónde está el oro, cosa que no sabe. Ni Satur tampoco.
A Hernán se le acumulan los problemas. Se da cuenta de que Lucrecia va a perder pues su dominio de la espada es casi nulo. Además, su hijo le ha salido algo cabeza loca, y por las noches desaparece y nadie sabe a dónde va. En el siglo XVII las discotecas no abundarían, así que le manda seguir.
Gonzalo sigue sin encontrar a Cipri. Y lo peor es que se ha enterado Catalina, su amada. ¿Se chivará la criada y encerrarán a Satur? Águila Roja toma cartas en el asunto y le pregunta amablemente a un consejero real sobre el paradero de Cipri. Aunque ahora Gonzalo ya sabe el futuro paradero de su amigo, la cosa se complica: Satur ha decidido entregarse. Ni las cosas buenas sabe el criado hacerlas cuando toca.
Margarita está en el convento pero para qué. Llega tarde, tira a tierra los dulces... esta chica no está a gusto en ningún sitio. En Palacio, la Marquesa efectivamente pierde el duelo, sin embargo Luis de la Vega le perdona la vida. "He oído hablar muy bien de ti. De ciertos talentos tuyos." Le propone otro trato, las tierras por su cuerpo. Aunque parece que Lucrecia se lo piensa, con un bofetón rechaza la oferta. Sin embargo, se entera de que Luis tiene otro comprador, hombre, y decide finalmente aceptar.
Gonzalo decide partir al sur para encontrar a Cipri, en el siglo XVII la Isla de los Muertos estaba en Venecia así que mi no entender nada; pero bueno. Después de un tornado en Madrid, lo dejamos pasar. Catalina se vuelve loca de amor y trata de robar una pistola para salvar en plan Rambo a su amado, pero es cazada por la Guardia. Gonzalo va en su auxilio, y en el peor momento, aparece Hernán en su ayuda. ¿Ahora son intocables?
Satur, antes de que le torturen, decide confesar y guiar a sus captores al lugar donde está el oro del Rey. Lugar que no sabe dónde es. Muy bien Satur ahí ganando tiempo. No le iban a creer de todas formas. Les lleva a un punto del bosque y empieza a escavar, pero claro, poco le dura la trampa. A la mínima, echa a correr, pero claro le disparan y no dura mucho. Dan la orden de matarle (¿hola? te quedas sin saber dónde está el oro), pero misteriosamente hace acto de presencia Águila Roja y salva a su criado incluso sin saber que estaba en peligro porque sí, es Dios, ya lo he dicho.
Las casualidades de la vida, las monjas (con Margarita) van a pedir para los pobres al palacio de la Marquesa. Allí tiene una conversación con Lucrecia de lo más interesante. De jóvenes las dos se peleaban por Gonzalo y ahora ella se va a casar con Dios, ¿y acaso tiene la Marquesa alguna fijación especial por el maestro? Qué emoción, qué desenfreno.
Hernán tiene un encuentro algo desafortunado con el hijo de un noble amigo de Nuño. Juntos, salen de fiesta todas las noches y se gastan el dinero de su hijo en apuestas. ¿Qué se le está ocurriendo al Comisario? De tal palo, tal astilla. Después de tanto lío con la Inquisición, allí se presenta practicante desnuda la Marquesa en casa de Luis de la Vega, quien le propone un juego que incluso escandaliza a Lucrecia. Dará un espectáculo, enmascarada, frente a unos amigos. Entre ellos se encuentran Nuño y su amigo. Luis se la juega a la Marquesa y le quita la máscara allí mismo. Drama de los de me quiero morir. También aparece allí Hernán. Los de esta familia cada vez se reúnen de formas más extrañas.
No solo los nobles tienen dramas, Gonzalo se entera de que su hijo intentó escapar a París, que quería hacerse mosquetero. Y ni siquiera se despidió de su padre. Fuera de su casa, se encuentran Monseñor Adrián y el Cardenal. El Monseñor ya sabe que fue el otro quien intentó matarle. Obviamente, si está allí es para volver a intentarlo, antes de que Adrián lo cuente en el Vaticano. Le apuñala y le da la extremaunción. Porque una cosa no quita la otra. Al final, termina debatiéndose entre la vida y la muerte, en el convento de Margarita.
En su camino en busca de Cipri, Águila Roja se encuentra al primo del Rey en serios problemas siendo atracado por unos forajidos. Edu Soto pinta al personaje de malo y le da un toque chistoso que no pega demasiado con el drama que nos ocupa en este episodio de la serie. Satur no ve al hombre que le atacó, aunque a Gonzalo todo le parece como muy raro, pues el hombre le da una moneda de oro en agradecimiento a salvarle la vida.
En Palacio, Lucrecia quiere vengarse de Luis pero antes quiere sus tierras africanas. Ya que le gustan los juegos, le propone uno que esta vez dirigirá ella. Le ata a la cama y descubre una serpiente en ella. Ahora las tornas han cambiado y tendrá que hacer lo que ella quiera. Obviamente, firma. Y, cuando la Lucrecia le da el antídoto para el veneno de la serpiente, resulta que es solo agua. "Nadie humilla a la Marquesa de Santillana."
Gonzalo y Satur llegan al mar y no encuentran nada. Porque España tiene tan poca costa que tiene que ser esa. Pero es que resulta que han adelantado a los soldados, porque el caballo de Águila Roja es como el AVE. En la playa, deciden esperar a los soldados. Nuestro héroe les estará esperando.
Y en el siguiente capítulo:
Avance del capítulo 80